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Barcelona cuenta con 100 asentamientos, la mayoría de ellos en espacios públicos

Vuelven las tradiciones barcelonesas
Víctor Grave
miércoles, 30 de abril de 2025, 11:17 h (CET)

Diferentes medios de comunicación se han hecho eco del recuento llevado a cabo por el ayuntamiento de Barcelona y que he venido a emplear como encabezado del presente artículo. En ‘román paladino’: la confirmación sin paliativo alguno del retorno de las chabolas y barracas del siglo pasado a la ciudad de Barcelona.



Pero, no por ello cejaremos en el intento de que Barcelona continúe siendo un gran centro neurálgico de innovación y tecnología para atraer talento y que los <expat >, atraídos en su momento por la ‘disneyficación’ de la ciudad (Fallon, 1991) se sientan cómodos y felices en un gran ‘hub social’ de distritos lúdicos, diáfanos, con amplios servicios y consumo. Conceptos emocionales redimensionados mediante una sinfonía de logos cromáticos y lejos de cualquier distorsión ambiental.


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Planeamientos exitosos propios de una “ciudad clientelar”.


Otros, mientras tanto, se mantienen en el esfuerzo imposible de seguir con el común de sus vidas en una ciudad que siempre ha tenido por costumbre creerse más de lo que en realidad es. Para una gran mayoría, una farsa que acaba empujando a muchos a la estadística del ‘sinhogarismo’ o, dicho de otra manera, condenándolos: <a la existencia asfáltica>

Como amante de la sociología lo más razonable hubiera sido escribir unas líneas sobre la profusa teoría del ‘cambio social’. P.ej.: de la pugna social o política de autores clásicos y precursores de las CCSS como Weber, Marx o Comte (entre otros) Pero, entenderán que las justificaciones teóricas de lo social tienen su límite moral en los principios y valores de la persona que de un modo u otro intenta argumentarlas. Confío, pues, que en este caso me disculparán por no abundar en razonamientos de tratados académicos que para nada atenúan el dolor de aquellos que nunca existieron salvo para ser contados.´


Esta marginación, hasta la fecha, “ignota”, pone al descubierto la oscura violencia de los poderes públicos. Desde el análisis de lo social el paradigma se entiende necesario ya que persigue el propósito de mantener activos ciertos estímulos de superación en la sociedad. Por lo tanto, ese equilibrado pero sórdido mensaje va a continuar estando ahí.


No está en la agenda política revertir la situación de desamparo de miles de personas. En su lugar, se otea a lo lejos la casualidad de complicidades que siempre terminan abrazando la “romantización o idealización de la pobreza” (la ciudad tiene una desmesurada querencia a fantasear) En conclusión, estamos frente a un fenómeno tristemente destacado que socializa el miedo y evidencia la espuria partidista.


La noticia intenta de manera muy peregrina motivar el porqué de semejante acontecimiento. Al parecer, en este caso, los planeamientos exitosos no han evitado la ‘situación de calle’ de cientos de personas. En opinión, de Albert Sales, Sociólogo e Investigador en el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona:


“Es hipócrita escandalizarse por esta situación cuando estamos generando miseria constantemente a través del mercado de la vivienda”.


Añadiría a esto último que la contribución al crecimiento desnortado de infraviviendas resultado de la cesión de títulos habilitantes, potestad de las administraciones, a espacios de usos incompatibles tampoco ha sido un acto muy inteligente, cómodo sí, en todo caso, aunque estéril para modificar una precariedad cronificada.


La situación evoca irremediablemente los años sesenta y el <plan de suspensión del barraquismo de la ciudad>, y que acabó dando paso a otro “vertical”. Una transición, la de entonces, que parece resucitar ahora mediante una revisión más abierta y que influye directamente en el significante de vivienda.


El pasmo político es ya inadmisible


El cómo recuperar los espacios de titularidad pública ocupados por los asentamientos es la principal preocupación de los distritos receptores ( lo cual no deja de sorprenderme por múltiples razones). Los movimientos migratorios de paso señalados en el nuevo mapeo, si bien son reales, sirven como coartada para excusar la pasividad política que además, los transcribe intencionadamente como modelo arquetípico de la exclusión social en la ciudad.


Mientras tanto, sigue sin asomar la realidad objetiva de otras manifestaciones de necesidad presentes también en nuestras calles como la pobreza sobrevenida, la salud mental o el sesgo de género entre otras muchas.


Las recientes medidas (a mi juicio la mayoría de contención) acordadas por el consistorio, más allá del apoyo incondicional del tercer sector social, es en esta ocasión donde las diferentes áreas funcionales de la administración se coordinarán bajo el mismo objetivo, también se facilitará la formación específica para los trabajadores del ámbito socio asistencial y se crearán itinerarios accesibles para prever las actuaciones con la suficiente antelación. Siempre en función del riesgo de vulnerabilidad.


Iniciativas de las que dependerá la intervención social a fin de preservar los derechos sociales. Por primera vez, y como resultado de un enfoque distinto en el abordaje de casos, el tipo de intervención vendrá determinado por la fase vital en que se encuentre la persona.


En definitiva, nada nuevo que haga pensar en la posibilidad real de consolidar una mejora estructural sostenible en el tiempo.


Esperamos que algún día los <recuentos> representen al pasado.

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