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Francisco Muro de Iscar
Francisco Muro de Iscar nació en Madrid en 1948. Estudió Derecho y es periodista. Hasta septiembre de 2005 fue director general y de Contenidos Editoriales de Quindici Editores, así como columnista de 'La Rebotica' de la COPE, programa del que fue director y por el que ha obtenido diversos premios. Fue director del diario Ya (1989-90) y de La Información de Madrid (1994), así como subdirector de Arriba (1976-1979). También dirigió la revista Economía y Finanzas y fue coordinador editorial del Grupo Economics. Fue asesor de Comunicación en el Gabinete de Prensa del Ministerio de Educación con la UCD, de la revista Información Comercial Española y del Ministerio de Economía entre 1991 y 1992. Durante 2005 publicó una entrevista semanal en El Mundo de Castilla y León, trabajo que quedó recogido en el libro 'Castellanos y Leoneses por Derecho'. Fue director general de la Agencia de Comunicación Grupo Quator y ha trabajado en la planificación de la estrategia de comunicación de varias empresas. Además de la Campaña 'Mira por tus ojos' para la ONCE, ha organizado numerosos eventos. Ha impartido Cursos de Comunicación y de Organización de eventos, de situaciones de crisis y de formación de portavoces. Ha dirigido y colaborado en la puesta en marcha de portales como Educnet, Saludigital o 'La Rebotica', así como de numerosas publicaciones como 'Salud Madrid' (Comunidad de Madrid, 62.000 ejemplares), la revista científica Medicina Estética y Seclaendosurgery.com, revista de la Sociedad Española de Cirugía Laparoscópica. Es autor de los libros 'Ética en la Información', 'Víctor de la Serna, compañero', 'España: su inmediato futuro político', 'La Universidad de las puertas cerradas', 'Un enfermo en casa', 'Universo Alzheimer' y 'Leche Pascual: Empresa, memoria y corazón'. Es miembro del Consejo Asesor de la ONG Aldeas Infantiles y lo fue de la Comisión Deontológica de la Asociación de la Prensa de Madrid.
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MADRID, 16 (OTR/PRESS) Estos días de Semana Santa viene bien abandonar los debates muchas veces mezquinos de la baja política, las veleidades de unos y de otros, las mentiras que ocultan la realidad y centrarse en lo que de verdad importa: vivir una vida digna, hacer que la vida de los demás lo sea. Si los políticos se dedicaran a eso y no a lo suyo, nos iría mucho mejor a todos. Si todos pusiéramos un poco de nuestra parte para conquistar una vida digna para todos, el mundo sería mucho mejor.
Dice José Antonio Pagola, que este Dios crucificado por los hombres "nos pone mirando hacia el sufrimiento, el abandono y el desamparo de tantas víctimas de la injusticia y de las desgracias. Los cristianos, añade, seguimos dando toda clase de rodeos para no toparnos con el Dios crucificado. Hemos aprendido, incluso, a levantar nuestra mirada hacia la Cruz del Señor, desviándola de los crucificados que están ante nuestros ojos". Ahí está la hipocresía de muchos católicos que se arrodillan ante la Cruz y desprecian, ignoran y evitan a los que tienen al lado. Y de muchos no católicos que hablan de justicia y desprecian, insultan, maltratan a los que les rodean o se aprovechan del poder en su exclusivo beneficio.
Estos días de Semana Santa, vísperas de la Pascua de Resurrecciòn para los católicos, me ha llegado a través de las redes -hay, también, muchas cosas buenas en internet- un monólogo de Ramón Cué, otro gran sacerdote jesuita como Pagola, despertadores de conciencias ambos, muy conocido el siglo pasado, profesor, escritor, poeta, pregonero de las Semanas Santas de Córdoba o Salamanca y muchas más cosas. Cué relata en "Mi Cristo roto", que compró en El Jueves, el rastro sevillano, un Cristo roto, un Cristo sin un brazo, sin una pierna, con cabeza pero sin cara, después de un duro regateo: "disputábamos el precio de Cristo como si fuera una simple mercancía.
Y me acordé de Judas. ¿No era aquella también una compraventa de Cristo? ¡Cuántas veces vendemos y compramos a Cristo, no de madera, de carne, en Él y en nuestro prójimo!". Cuando ya lo tenía en su casa, en su habitación, cara a cara con él, le prometió que le iba a restaurar para que quedara pleno. Y ese Cristo, roto como los cristos de Pagola, le dijo: "No me restaures, te lo prohíbo". Cué replicó: "para mí será un continuo dolor cada vez que te mire roto y mutilado" Y el Cristo le respondió: "quiero que al verme roto, te acuerdes siempre de tantos hermanos tuyos que conviven contigo, rotos, aplastados, indigentes, mutilados. Sin brazos, porque no tienen posibilidades de trabajo. Sin pies, porque les han cerrado los caminos. Sin cara, porque les han quitado la honra. Todos los olvidan y les vuelven la espalda... A ver si viéndome así, te acuerdas de ellos y te duele; a ver si así, roto y mutilado te sirvo de clave para el dolor de los demás. Muchos cristianos se vuelven en devoción, en besos, en luces, en flores sobre un Cristo bello y se olvidan de sus hermanos los hombres, cristos feos, rotos y sufrientes".
Semana Santa, semana de Pasión. Y luego Domingo de Pascua, domingo de Resurrección. Para los cristianos, la razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. Pero no puede haberla si miramos a Cristo en la cruz para tranquilizar nuestras conciencias, pero ignoramos a los otros crucificados, tantos cristos rotos con los que nos cruzamos todos los días y a los que ofendemos porque levantamos muros, cerramos caminos y los ignoramos: enfermos, inmigrantes, los que hacen los duros trabajos que nosotros no queremos hacer, explotados y sin papeles, personas que huyen de las guerras y de la miseria, mujeres maltratadas y prostituidas, familias que viven bajo el umbral de la pobreza, sin agua y sin luz, niños sin comida y sin escuela, ancianos en soledad, abandonados. Sin esa mirada, sin esa mano tendida, sin esa justicia no hay encuentro auténtico y honesto con Dios. Y tampoco hay humanidad.
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En un poema dedicado al amor, en "La consolación de la filosofía", dice Boecio: "¡Qué dichosa serías, raza humana/ si el Amor que gobierna las estrellas/ gobernase también en vuestras almas!" Hermosa reflexión en tiempos de oscuridad como los que vivimos, donde fuera de casa un gobernante con tanto poder como capacidad para el despropósito está apunto de crear, si no la hecho ya, una de las mayores crisis de la historia reciente de la humanidad, enfrentando a unos con otros, provocando conflictos que pueden devolver a la humanidad al peo pasado, condenando a los más pobres a serlo aún más y haciendo que las leyes valgan menos que la banalidad de un gobernante cargado de soberbia y desprecio por todos los que no son como él. "El progreso de la humanidad no puede depender de la destrucción", dice el escritor chino Yan Lianke. Que se lo digan a Trump.
14 de abril de 2025.
Decía Gustave Le Bon que "gobernar es pactar, pactar no es ceder". Cualquier pacto incluye necesariamente cesiones, pero eso no significa debilidad sino fortaleza si lo que se busca y lo que se consigue es el bien común, el bien de una mayoría y no los privilegios de unos pocos. Ahora que Trump ha puesto todo patas arriba, parece que PP y PSOE se han acercado y, al menos, están hablando sobre una respuesta común en nuestro país a las amenazas de Trump que van a dañar seriamente nuestro tejido productivo, ya de por sí débil. Está claro que la respuesta no puede ser sólo española sino europea, pero como luego habrá que traducir todas las medidas a lo nacional, que hablen y pacten los dos grandes partidos es imprescindible.
10 de abril de 2025.
Le gustaba terminar todas sus intervenciones recordando el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". Él, que había nacido en 1948, el año en que se aprobó esta Declaración, sin la que hoy no se entiende la dignidad de las personas, fue un incansable defensor de los derechos humanos, siempre al lado de los más débiles, de los más desfavorecidos, de los vulnerados. Nunca se plegó ante nadie y nunca dejó de defender a los abogados y a los ciudadanos, sus derechos, sobre todo el derecho de defensa. "Cada despacho de abogados, decía, es una Oficina de Derechos Humanos"
7 de abril de 2025.
Escribe Milena Busquets en su último libro, 'Ensayo general': "Me gusta la frivolidad y la ligereza, lo que no deja cicatrices". Cada vez nos gusta más a todos refugiarnos en la frivolidad, lo que no deja de ser una forma de huir de lo trascendente, de lo importante, de los problemas. Todos tenemos razones para dejarnos ir. Pero ¿seguro que no deja cicatrices? La frivolidad es sinónimo de superficialidad, trivialidad, intrascendencia, futilidad, insignificancia, nadería, y casi siempre es un refugio temporal y falso.
3 de abril de 2025.
Es un espectáculo penoso que una vicepresidenta del Gobierno de España afirme que "es una vergüenza que la presunción de inocencia (un derecho fundamental fijado en el artículo 24 de la Constitución Española) esté por delante del testimonio de las mujeres jóvenes y valientes que deciden denunciar a los poderosos, a los grandes, a los famosos". Sobra la Constitución o sobra ella.
31 de marzo de 2025.
Dos informes recientes, uno de la Fundación BBVA sobre la confianza en la sociedad española 2025 y otro del CIS sobre el perfil social y laboral de los españoles según sus creencias ponen de manifiesto la rapidez con la que avanza la secularización, el cambio de valores y de estilos de vida en España y la pérdida de significatividad del hecho religioso en nuestro país no sólo en la vida pública, sino en el día a día de los ciudadanos.
27 de marzo de 2025.
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