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Jorge Hernández Mollar
Jorge Salvador Hernández Mollar nació en Melilla en 1945. Casado y con tres hijos, se considera ante todo católico, vitalista y optimista, además de respetuoso con las personas y con los derechos humanos. Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense Madrid y ha sido funcionario del Cuerpo Superior de la Seguridad Social. Ha desempeñado cargos orgánicos en el Partido Popular y ha sido Senador, Diputado en las Cortes y Diputado en el Parlamento Europeo. |
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El Vicepresidente del Gobierno de España está obligado por la alta representación que ostenta a reconducir el clima de crispación y miedo que originan sus constantes amenazas y agresiones verbales a la oposición y otras instituciones, cuanto antes lo haga mejor.
Pero es la primera vez que en este siglo, millones de ciudadanos de todo el mundo nos hemos visto obligados a refugiarnos “voluntariamente” en nuestros hogares para defendernos de un enemigo dañino y cruel que la propia naturaleza ha creado.Presidente Sánchez, no deseamos una “nueva normalidad”, deseamos recuperar la normalidad social de la que veníamos disfrutando desde el ejercicio de nuestros derechos y libertades constitucionales sin dirigismo ni intromisión del poder político; deseamos recuperar la normalidad política y que los poderes del Estado se sometan de nuevo a las reglas de juego de un Estado democrático y de derecho; deseamos recuperar la normalidad institucional y el respeto a la independencia y profesionalidad de los funcionarios y servidores públicos y deseamos recuperar también nuestra economía floreciente de antaño, desde los principios de libre mercado que rigen en la Unión Europea y que son el sostén del empleo y de nuestro estado de bienestar social.Decía Jean Monnet, uno de los padres fundadores de la Unión Europea, que “los hombres solo aceptan el cambio resignados por la necesidad y solo ven la necesidad durante la crisis”.
Que nuestra querida España está paralizada, deprimida, angustiada y abrumada por los incontables errores, falsedades y vaivenes de un gobierno prisionero de su propia incompetencia y de su ideología ultra comunista, es un hecho fácilmente constatable.
“Podemos perdonar fácilmente a un niño que teme a la oscuridad; pero la real tragedia de la vida es cuando los adultos temen a la luz” Esta conocida frase de Platón enmarca fielmente el silencio aterrador que hoy ensombrece el mundo exterior del hombre, sumido y atemorizado en las tinieblas de lo incierto y desconocido.
Hay imágenes que revelan o retratan algunos de los grandes acontecimientos o momentos de la historia de la humanidad. El siglo pasado nos ha dejado en la retina gestas tan impresionantes como la primera pisada del hombre en la luna, la caída del muro de Berlín o la de imágenes tan crueles como la del campo de concentración de Auschwitz .
La generación que despertamos a la vida entre las cenizas de dos grandes tragedias del siglo pasado como fueron la guerra civil española y la segunda guerra mundial, solo conocíamos el drama y el horror que vivieron millones de familias por los relatos de nuestros padres, abuelos o las películas con las que los vencedores de ambas contiendas, mostraban las batallas y matanzas de las que fueron protagonistas la insensatez y la crueldad del hombre.
Me gustaría que dominaras un poco tu lengua y sosegadamente reflexionaras sobre el por qué de tus odios y la infelicidad que trasluces en tus exabruptos a Dios y a la Virgen.Lo de menos, Guillermo es que un juez humano te condene o absuelva, a mí eso personalmente ni me preocupa ni lo espero, lo importante es que en un momento de reflexión personal, llegues al convencimiento de que no hay mayor revolucionario en nuestra sociedad que aquel que predicó el Amor y la Libertad y que terminó condenado, azotado u y ejecutado en una cruz…¿no crees que eso fue una injusticia tan grave como la que en nombre de tu revolución personal has emprendido de palabra contra los que hoy le seguimos?El filósofo Max Scheler afirma que una persona resentida se intoxica a sí misma.
Afortunadamente la democracia orgánica se transformó constitucionalmente en una democracia representativa y el poder absoluto revertió por una parte hacia la soberanía nacional del pueblo de la que emanan los poderes del Estado y por otra hacia una Monarquía parlamentaria.Durante más de cuarenta años, la libertad de expresión nos ha permitido manifestar libremente nuestras opiniones a través de los medios de comunicación, en foros políticos, culturales o sociales, en tertulias o incluso en simples reuniones de ocio entre conocidos y amigos.La libertad religiosa también ha permitido que cada ciudadano practique su religión privada o públicamente con total respeto por parte de las instituciones del Estado y asimismo que los padres puedan elegir para sus hijos la educación que entienden que más les puede convenir mientras permanezcan bajo su tutela o protección.LO cierto es que éstas y otras libertades de las que hemos disfrutado durante esto años de democracia están siendo amenazadas por un gobierno que por su composición y primeros pasos ha decidido ir en dirección contraria al sacrificio y esfuerzo que ha hecho el pueblo español para estructurar un Estado moderno y homologable al conjunto de las democracias europeas y occidentales de nuestro entorno.Resulta paradójico y sorprendente la capacidad que han demostrado tener Sánchez e Iglesias para apoderarse sin pudor alguno de sus respectivos partidos políticos, mentir descaradamente a sus militantes y simpatizantes y repartirse el gobierno, troceándolo para premiar y contentar a sus ávidos socios, colaboradores y familiares: ministerios, vicepresidencias, secretarias de Estado y direcciones generales innecesarias y sin contenido, que contradicen aquel espíritu de austeridad y contra la casta del que alardeaban los hoy compañeros comunistas de Sánchez.Pero siendo esto preocupante por el cuantioso gasto público que supone y el incremento de impuestos para afrontarlo -muy acorde por otra parte con la nueva deriva comunista -, lo que verdaderamente alarma es el desprecio manifiesto que sienten hacia los españoles que no participamos de su nostálgico republicanismo guerracivilista, de su ideología igualitaria y sexista y de su ateísmo dogmático y doctrinario.Primero es la eutanasia, luego el franquismo; la transversalidad del género; coartar el derecho de los padres a educar a sus hijos libremente; acallar la voz de los medios de comunicación molestos y discrepantes y por supuesto impedir con cuantos medios sean necesarios la educación religiosa de los menores y jóvenes, en especial la católica.
Afortunadamente es el gobierno quien se ridiculiza y no el Estado que aun sigue conservando la prestancia y la dignidad en SM El Rey que es quien encarna su representación.
Como en el juego de ajedrez, lo que persiguen Pedro Sánchez y su socio Pablo Iglesias no es más que mover sus peones, alfiles o reinas de tal manera que se haga inevitable el jaque mate al Estado que se articuló en la Constitución de 1978.
Siendo esto reseñable, lo es aún más el riesgo que corremos de ver limitadas nuestras libertades como las de expresión, la ideológica, la religiosa o de culto como rezan y reconoce en nuestra Constitución de 1978.Es patente la cristianofobia desatada desde la etapa de Rodríguez Zapatero, especialmente proclive al igual que su ahijado Sánchez, a remover con pertinaz agresividad legislativa todos los temas que afectan a la moral y a la conciencia de los católicos como son el aborto, la eutanasia o las cuestiones relacionadas con la ideología de género.
Simplemente la transcripción que he hecho en Facebook de los párrafos de un artículo sobre la utilización hoy de menores en parlamentos y cumbres como si fueran mayores, al estilo de la sobreactuación de Greta Thunberg en la COP25, ha originado una reacción inmediata de la red censurándola como “Información falsa” por considerar “objetivamente inexactas” las afirmaciones que se contenían en dicho artículo.Es de extrema gravedad que por un lado se confunda la información y la opinión en cuanto esconde una peligrosa línea inquisitorial de limitar la libertad de expresión y pensamiento y por otra parte se va diluyendo subrepticiamente con esa censura, el aprecio y el gusto por la libertad dejando paso a un nuevo fundamentalismo que no respeta la “la libertad del otro” para opinar sobre temas discutidos o discutibles como ocurre con el cambio climático, el aborto, la eutanasia o la ideología de género.Si a esto se le añade la perversión del lenguaje que se nos trata de imponer como es la insistente y a veces ridícula diferenciación de géneros masculino y femenino; llamar “interrupción del embarazo” al aborto; pre-embrión al embrión o incluso desterrar las palabras de padre o madre por progenitores estamos ante lo que se podría calificarse ya de un intento de la nueva progresía, de estatificar la libertad a la medida de una falaz dictadura cultural de pensamiento único.La persecución inquisitorial está llegando ya al extremo de proponer penalizar la inadaptación a esta nueva cultura o incluso animar a la delación ante la opinión o pública o a las autoridades para represaliar tamañas desviaciones de la auténtica cultura.
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