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Juan de Dios Ramírez Heredia
Juan de Dios Ramírez Heredia
El asesino checo ha actuado como lo hizo el policía de Estados Unidos que en las mismas circunstancias le quitó la vida a un ciudadano negro

No hace falta haber estudiado Derecho para saber que estamos ante un asesinato en el que concurren, entre otras, las circunstancias de alevosía que contempla el artículo 139 del Código Penal. Si el agente tuviera que ser juzgado en España cabría añadirle a la acusación que su delito se vería agravado por haber actuado por motivos discriminatorios: raza, sexo, ideología, minusvalía, etc.


El panorama asociativo de los gitanos y las gitanas españoles es, al mismo tiempo, tan sumamente esperanzador como preocupante

La Unión Romaní, pionera en España de las organizaciones genuinamente gitanas, jamás ha dicho que lo que defiende lo hace en nombre de los gitanos españoles, porque eso demostraría un afán de legitimación del que carecemos. Los gitanos y las gitanas de España nunca han tenido la oportunidad de votar democráticamente a sus representantes ante la sociedad.

La película encoge el corazón y especialmente el alegato del abogado al pedir el fin de la condena del protagonista

Anoche me acosté muy tarde. Haciendo zapping en la televisión me tropecé con el anuncio de una película cuyo título despertó inmediatamente mi interés: “Cuestión de Justicia”. Y me enganchó. Me clavó al sofá durante las dos hora y media de duración haciéndome vibrar al experimentar la angustia y la emoción de los protagonistas de la historia basada en hechos reales. La película es reciente. Se estrenó el año pasado y ha merecido las mejores críticas.

“El Estado debe gobernar lo menos posible, dado que la verdadera libertad consiste en no verse obstaculizado por un exceso de leyes”

Me atrevo a redactar estas líneas cuando parece que se han calmado los ánimos tras las pasadas elecciones madrileñas y cuando estamos a punto de entrar en un nuevo espacio de libertad tras haber dejado atrás el Estado de Alarma. Y mire usted por dónde me ha salido espontáneamente la palabra “libertad” que es el término al que pienso dedicar mi comentario.

La voz de alerta la ha dado Manuel Martínez Martínez, Doctor en historia y profesor de la Universidad de Almería, ciudad en la que nació en 1955. Permítanme decir al principio de este comentario, que cuando me desplacé a vivir a Barcelona, desde mi Puerto Real gaditano, con 22 años, mi conocimiento sobre la realidad gitana no iba más allá de la que yo vivía personalmente en el seno de mi familia.

En esta época especialmente dura que nos ha tocado vivir, cuando nuestra gente está siendo objeto de cruel persecución en países de vieja tradición democrática; cuando quienes huyendo del hambre y la miseria de sus países de origen creen encontrar en la vieja y próspera Europa una esperanza de vida más humana y son expulsados como lo están siendo en la actualidad, hay que levantar la voz para reclamar de los gobernantes y de la sociedad un gesto de solidaridad para no perder del todo la esperanza.

La siguiente secuencia del incidente es casi indescriptible. El joven no quería soltar su presa a la que seguía golpeando al tiempo que intentaba zafarse de la joven que tiraba de él. Al final los tres terminaron en el suelo; el joven, el viejo y la muchacha, revueltos en una escena de violencia inaudita. Sabía que si yo intervenía para separarlos acabaría tirado en el suelo también y cuando me disponía a hacerlo, ¡gracias a Dios! apareció la policía. Alguien debió avisarles.

Hoy hace 40 años que mis oídos oyeron por primera y única vez como suenan los disparos de las pistolas y las ráfagas de las metralletas. Antes solo los conocía por las películas del Oeste o por las escenas bélicas que aparecían en la TV. Luego supimos que se encontraron más de 40 balas de las cuales 23 impactaron en el techo y 13 en la zona de tribunas, a escasos centímetros de las cabezas de los diputados sentados en las últimas filas.

En julio de 2003 se reunieron en Budapest importantes personalidades de la vida política e intelectual de Europa con el fin de estudiar la realidad de la comunidad gitana europea. Allí estuvieron representados no solo las Naciones Unidas o la Unión Europea sino altos mandatarios del centro y del Este de Europa, entre ellos cinco primeros ministros. Para ellos la transterritorialidad del pueblo gitano era una realidad evidente y como tal fuimos tratados.

Pero este año mi felicitación no puede ser como la de años anteriores. La sociedad española y, por supuesto, la de todo el mundo está para muy pocas fiestas. Y nosotros, los gitanos y las gitanas, mucho menos.

Y llegó la democracia a nuestro país, once años después y el panorama de nuestra comunidad en España había cambiado muy poco. El estudio demográfico más serio realizado por el prestigioso Instituto de Sociología Aplicada, arrojaba una cifra letal para un pueblo que padecía un analfabetismo absoluto del 80% de sus integrantes.

El reinado de Enrique IV fue muy alborotado por causa de los conflictos sucesorios, el enfrentamiento entre los nobles y la propia guerra civil de sucesión castellana, pero nada fue suficiente para impedir que el Rey diera su más contundente testimonio de su afecto por Don Miguel Lucas de Iranzo.

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