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Juan de Dios Ramírez Heredia
Nació en Puerto Real (Cádiz) en 1942, donde vivió hasta los 22 años, fecha en que se trasladó a Barcelona. Es periodista (RTVE) y abogado en ejercicio, y ha sido Diputado durante 23 años continuados. Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz. Es miembro de la Orden al Mérito Constitucional y presidente de la Unión Romaní Española. |
Pero no, hablaban en rromanó. Hombres y mujeres cuyas familias habían vivido separados y perseguidos durante siglos. Pero habían conservado las costumbres y tradiciones comunes siendo su principal tesoro la vieja lengua con la que salieron de la lejana India nuestros más remotos antepasados.
Comprenderán que este no es el momento de valorar su aportación al flamenco. Eso ya lo han hecho muchos comentaristas. Hoy quiero poner de manifiesto que Vicente Castro Jiménez, Parrita, fue un fiel seguidor de su estirpe flamenca, genuinamente gitana, que siguió las huellas de su hermano mayor “El Peti”, ganador del prestigioso Festival del Cante de las Minas.
Moldavia ha vivido, en su reciente historia, momentos de gran confusión y peligro. Su población es muy variada siendo la mayoría ciudadanos de origen moldavo, seguidos por porcentajes similares de población ucraniana y rusa. A partir de ahí afloran una cantidad variopinta de pequeñas comunidades de orígenes y culturas muy diversos. Y entre estas últimas está la población gitana.
Nosotros, desde la Unión Romaní, siempre hemos estado en contra de este grupo político porque sabíamos que en su programa anidaban las ideas asesinas que llevaron a Hitler al poder en la primera mitad del siglo pasado.
El 19 de junio de 2014 el rey emérito, don Juan Carlos I, abdicó del trono de España en favor de su hijo el entonces príncipe don Felipe de Borbón y de Grecia. Dos días después juró la Constitución y se hizo cargo de la Jefatura del Estado dando así continuidad a la monarquía española. Una continuidad muy accidentada porque todos los monarcas españoles desde el año 1808, en que reinaba en nuestro país Carlos IV, han tenido que salir de España camino del exilio.
Este mediodía he visto el Telediario de las tres de la tarde mientras almorzaba en mi casa y poco ha faltado para que se me atragantara un trozo del muslito de pollo que en aquel momento me llevaba a la boca. Ana Blanco iba encadenando las noticias hasta que llegó el capítulo de los sucesos relacionados con el tráfico. En una de las carreteras españolas, concretamente en la que atraviesa el municipio de El Álamo, en Madrid.
¿Están locos sus señorías? Deben estarlo si no han sido capaces de ponerse de acuerdo para encontrar una fórmula que hiciera posible la aprobación del dictamen sobre “políticas sociales” elaborado por la Comisión para la Reconstrucción, tan vapuleada durante su andadura.
Sin duda alguna los tiempos han cambiado tanto y los adelantos tecnológicos han logrado cosas tan maravillosas que si nuestros antepasados levantaran la cabeza, como se dice en el lenguaje popular, se volverían a morir. Yo mismo, desde la altura de la montaña que supone mis muchos años de vida, miro el trayecto realizado desde que en mi juventud cogí en Andalucía un tren desvencijado, de vagones de madera.
Ya tenía terminado mi comentario semanal, al hilo de la actualidad que más directamente nos afecta, cuando al abrir el correo electrónico me he tropezado con una carta que me envía una de nuestras colaboradoras que trabaja en uno de nuestros programas sociales en Extremadura. Ella es una mujer luchadora que, a pesar de contemplar la dureza con que transcurre la vida de buena parte de nuestra gente, nunca ha tirado la toalla ante las adversidades.
Ya tenía terminado mi comentario semanal, al hilo de la actualidad que más directamente nos afecta, cuando al abrir el correo electrónico me he tropezado con una carta que me envía una de nuestras colaboradoras que trabaja en uno de nuestros programas sociales en Extremadura. Ella es una mujer luchadora que, a pesar de contemplar la dureza con que transcurre la vida de buena parte de nuestra gente, nunca ha tirado la toalla ante las adversidades.
Todavía no nos hemos repuesto del trauma que para todos representó la muerte del padre de cuatro hijos a consecuencia del disparo que contra él efectuó el dueño de una plantación de habas en Rociana del Condado (Huelva) por el solo hecho de que el desgraciado gitano había intentado coger unas matas de habas para echarlas en la olla.
Ha sido un lamento desgarrador el que con dificultad ha salido del cuerpo moribundo de George Floyd cuando, aprisionado contra el suelo, un policía le apretaba el cuello con su rodilla. “No puedo respirar”. La presión ejercida en la garganta del pobre ciudadano negro.
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