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Víctor Corcoba
Algo más que palabras
Víctor Corcoba Herrero nació en 1958 en un pueblo de la cuenca minera de Laciana, Cuevas del Sil (León). Desde siempre ha sido un viajero nato y en la actualidad reside en Granada. Es Diplomado en Magisterio por la Universidad de Oviedo y Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada. Ejerce como miembro activo de diversas academias de periodismo, culturales y de pensamiento. Tiene decenas de libros publicados entre poesía, ensayos, cuentos, biografías y novela corta. Es un estudioso del Flamenco -ejerce la crítica y forma parte del jurado en prestigiosos eventos nacionales-, de la pintura -colabora en varias revistas especializadas- y, en general, de todas las artes. Es conferenciante y columnista de medios escritos, radio y televisión, además de ser una persona implicada en temas sociales. En la actualidad es Redactor Jefe de la revista de Proyecto Hombre Granada.
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La manipulación sin escrúpulos está a la orden del día, en muchos países. Siempre lo ha estado, pero de un tiempo a esta parte, todo se mueve bajo un control interesado, debilitando la vida democrática y censurando, tanto a ciudadanos como a instituciones. No sólo se rompen vínculos, también se quiebra la libre comunicación, con lenguajes corrompidos, que suelen dejarnos en el escándalo permanente.
Tenemos que cambiar de traje vivencial, con una legítima conversión del corazón, que es como se pueden generar procesos de entendimiento. Ahora bien, no se debe imponer nada, todo hemos de proponerlo, porque nadie tiene la verdad absoluta, lo que nos exige una búsqueda incesante de vías justas y humanas, sin obviar los derechos y las responsabilidades que tenemos.
Reconstruir la confianza y modificar el estilo de movimientos, debe ser nuestro afán y desvelo. De entrada, me emocionan esas gentes que son forjadores de humanidad, que cultivan tanto el buen decir como el obrar, en su itinerario viviente. Andamos necesitados de ternura, pues activemos la corrección.
Todo hay que trabajarlo en comunión y en comunidad, con un nuevo estilo cooperante entre al menos tres Estados, sin obviar el buen talante inteligente, lo que facilitará el entendimiento inclusivo y el brío solidario. Desde luego, el marco multilateral por excelencia hoy en día, se sustenta en la Carta de las Naciones Unidas.
La singularidad que todos poseemos, se conjuga a través de la interioridad vivencial y de la intencionalidad expuesta, a través de la voluntad, modulando y modelando un hálito reintegrador de pulsos y mente, de forma activa, para la reconstrucción de nuevas rutas. Nada permanece, todo está sometido al avance social, lo que requiere de cierta audacia para llegar a buen puerto.
La realidad nos implica y compromete a todos, cada cual desde su situación y quehacer cotidiano. Absoluto respeto a la diversidad, mediante la promoción de la alianza y el compromiso con el hábitat que nos circunda. Obviamente, tenemos que sustentarnos entre sí, a través de una mirada global, aparte de cultivar el buen ánimo sin distinción alguna y engendrar otro espíritu más armónico, para que nadie se sienta excluido o favorecido por su identidad concreta.
Tenemos que aprender a valorar nuestra personal existencia; y, así, cada día debe ser un motivo de realización mística y una motivación plena de esperanza. Lo importante no es atesorar nada, sino marchar unidos para poder reencontrarnos entre sí, junto a los demás.
Las pausas del camino son tan necesarias como el pan de cada día que nos llevamos a la boca. Necesitamos hacer silencio para rehacernos y corregirnos, para saborear los instantes vivenciales y compartirlos con el horizonte de los sueños. Sin duda, tenemos que aprender a querernos mucho más. El fruto de la verdad sólo germina de la bondad, del servicio que nos prestemos unos a otros, de la entrega desinteresada que nos ofrezcamos entre sí.
Todo exige entrega y generosidad, tanto para remover corazones de piedra como para poner orden en nuestro itinerario viviente. Las circunstancias del momento, con el aluvión de conflictos, injusticias e inseguridades, igualmente nos llaman a suscitar una cultura de paz, utilizando el abecedario del amor y el pulso de la cognición.
“Reafirmar y promover la plena realización de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas con hiperactividad, ansiedad, autismo, trastorno bipolar o de conducta, en igualdad de condiciones con los demás, aparte de ser algo justo para hacer realidad el sueño de una sociedad inclusiva, nos insta a comprendernos en la diversidad y a extender el abrazo, que es lo que en realidad nos lleva a una vida plena y gratificante”.
La miga de la Semana Santa, culmen del camino cuaresmal, tiene que hacernos repensar sobre nuestro propio pulso interior. Esto se consigue, sustentándose en silencio y sosteniéndose en soledad, bajo la contemplación mística y sobre la esperanza de quien es verdad y vida. Nuestra tarea es la de embellecer y no embobarse, la de conciliar lo irreconciliable y no poner armas sino alma.
La Semana Santa está ahí, entre nosotros, evocando la última semana de Cristo en la tierra. Ojalá sea motivo para crear- recreándonos un diálogo fructífero, que nos haga conjugar el intelecto con la espiritualidad, ayudándonos a unirnos y a reunirnos entre diversos armónicamente, con un objetivo fundamental, que espigue la amistad y la confianza en los pulsos andantes.
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