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La gran Madre me envuelve, está en todas partes, en cada poro, grano de arena, éter que atraviesa todo. Todo lo anima, lo inspira, lo mantiene en armonía y lo potencia. Natura me alimenta –nos alimenta– de sus frutos, vientre de barro y fuego.
"El tiempo va escribiendo sobre nosotros, cambiando nuestro paisaje, nuestro espacio. El alma siente la brisa del paso de los momentos. Estamos en el vientre de la vida desde el momento cero, cuando surge el milagro del brote de la semilla en ese instante mágico".
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