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Es función de la clase política burocratizada —esto es lo que hay, y no cabe hablar de políticos— acatar los mandatos de la estructura jerárquica y, dado que quien manda son los gestores del mercado, se trata de cumplir con sus mandatos, por temor a perder el sillón que ocupan, alcanzado tras muchos esfuerzos y dedicación al ejercicio de la palabrería barata.
Es posible que haya alguien que tenga una explicación razonable, medianamente creíble y lógicamente aceptable del comportamiento de este gobierno, en pleno estado de desconcierto, que dirige, si se puede entender así, el destino de esta nación.
Cuando un presidente de gobierno cae en el infantilismo narcisista de intentar vender su imagen pública a través de una cursilería, tal como es la de hacerse protagonista de un documental en el que quiere dar la sensación de ser un personaje importante, un político de categoría o un ejemplo de lo que debería ser un mandatario de una nación como la española; lo único que se puede pensar de él es que está perdiendo el sentido común.
El Gobierno alemán ha anunciado "una bajada de impuestos de 10.000 millones para combatir la inflación", mientras en España, Pedro Sánchez "se niega a deflactar el IRPF y sigue aumentando el número de asesores y enchufados".
En este análisis previo al puente del 15 de agosto de la Asunción, los precios más económicos se repiten en diferentes marcas de gasolineras de muchas provincias, aumentando la competencia entre ellas.
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