| ||||||||||||||||||||||
Una noche de fiesta y alcohol, después de pelear a puñetazos con otros intelectuales como él, concretamente con Jason Epstein y George Plimpton, volvió a casa con un ojo amoratado, un labio hinchado y la camisa ensangrentada. Su segunda esposa, Adele Morales, le regañó. Él sacó una navaja con una hoja de seis centímetros y la apuñaló en el abdomen y en la espalda. Tuvo suerte de no morir.
Los poemas de Brecht, dadas las circunstancias tal como vivimos en el espacio que nos facilitan los poderes establecidos, misteriosos y con acólitos de corazón de madera y talonazo con brazo de cara al sol, son de cuidado, de aquí la necesidad de acudir a los poemas de Brecht, un autor, clásico perenne, para el que no se necesita diccionarios.
Es célebre la frase del campesino cuando, en tiempo de elecciones, se acerca el señor al bracero inclinado del surco, para decirle que ya están aquí las elecciones y tienes que votar. Y el trabajador levanta la cabeza y dice: 'Don Manue, en mi hambre mando yo'. Esto lo contó Felipe González en su inolvidable intervención en el primer mítin de la democracia.
|