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Hace 41 años sucedió. En parte les voy a relatar detalles de mi estadía en el hospital en el año 1982. Al discurrir estos breves datos podrán descodificar a su (s) mejores estilos lo pertinente. La mente me orientó, me exigió, me condujo para que no quede en el olvido semejantes realidades, a hacer un recorrido desde cuando fui internado en el hospital de la capital de Managua-Nicaragua, en el año 1982 el 19 de octubre.
Esta breve historia, como muchas que les he relatado, son un o mi libro abierto. Para mí es un nuevo comienzo en el tiempo, y quizás, es parte del futuro de las nuevas generaciones. Habrán momentos, en el desplazamiento de su (s) lectura, que el lector tendrá que hacerse algunas imaginaciones.
Es un recuerdo en la memoria escrita en la realidad. Lagrimas de alegría se producen ante todos estos y otros recuerdos de mi Masaya florida, denominada desde antaño ¡ciudad de las flores! Una historia de historias. Mañana será nuevamente más bonito.
Los laberintos de las calles van y vienen como las generaciones, y solamente pernocta la afanada tierra tirando miradas hacia el sur y el norte...
Un día la hormiguita y la liebre se encontraron y se hicieron amigos en el momento que más lo necesitaban, fue una obra espléndida y prodigiosa del destino, pero el mismo destino del tiempo se encargó de dejar inconclusa esa amistad, fue todo un misterio, pero por algo fue así ese tiempo.
Es asombroso cómo el ser humano siempre vive en constante aprendizaje en esta vida. Actualmente, se dedica a pintar, escribir sus libros y las columnas que envía a los periódicos y diarios, a la música, y a sus trabajos en abogacía cuando lo tiene. No vive de la cultura, pintura, escritura, ni de la música, pero disfruta estas artes.
La Filosofía de la cultura de las artes, es una disciplina que nos conduce, orienta a comprender la filosofía práctica de la vida, no es para maltratarla, humillarla, abofetearle y etc., con cosas, momentos soeces sin valor, o para cometer adefesios de toda índole a sabiendas.
Cómo olvidar estos momentos idos. Jamás. En el año 1982, cuando ya graduado como instructor deportivo con especialidad en Baloncesto, trabajaba en mi ciudad natal Masaya Nicaragua para el Ministerio de Deportes. Era una notable mañana silenciosa, su fuerza era su propia debilidad, y era como que, mejor me hubiesen dejado morir en medio de la calle y ver desde ahí mi seráfico sentimiento...
Precavida realidad, se ajustaba precisamente con un suspiro de satisfacción, y espléndido menú cotidiano, como contemplarse de soslayo en un espejo y ver a través de el colgado el reloj en la vieja pared derruida por el tiempo, como una ráfaga de viento. Era algo muy especial.
En la búsqueda, allá por el año 1980, vivía en la capital de Nicaragua, Managua, dónde fue el cine Dorado una cuadra al sur, en una casa de madera con un arranque de concreto. Tenía poco de haber triunfado la Revolución Sandinista, zona muy poblada.
Fue en México a mi regreso a Nicaragua en 1976, que me quedó preclaro, no el principio, sino en un nacimiento fluyente en hechos letrísticos de futuros redimidos inmortal, por las astucias de mi incipiente pohesía, cuentos, brevísimos fragmentos letreros, y etc.
El malo huye sin necesidad que lo persigan. El sueño sublime entrelaza dudas y siente temores; de ti me aparto, pero la realidad de estos sueños, con su mirada ansiosa en el espacio como piloto que maneja la nave en la tormenta-donde alma mía, besan la armonía.
He recibido la (su) obra letrística y/o literaria "Rostros y Lugares", de manos del autor, mi amigo el escritor, poheta y crítico literario Danilo Urtecho. Esta magna obra es un tesoro para nuestra cultura nacional que internacionaliza a nuestro terruño.
Un temblor imaginario real, repentino e improvisto y repleto de calidez hizo dar gracias a este mundo protervo, cetrino de maledicencias en parte...
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