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La frase de doña Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, marquesa de Casafuerte, española desde 2007, exdiputada del PP, no es dramática, es demagógica. Quizás un intento de salir de la nada en la que se encuentra. No nos extraña que la quitaran de portavoz. Muchos de estos políticos nos recuerdan a esos escupefuegos de circo que son incombustibles, siempre que sea dentro del orden establecido.
Leído el libro, conviene obviar el conflicto entre personas y ver algo más. Es lógico, y hay plumas que se dedicarán a ello, entrar en la disputa interna PP. Afanes personales. Elitistas. Mangoneos. Intereses encontrados. Abertura en canal de lo que ha ocurrido, ocurre y pueda ocurrir en el PP. Incluso su futuro, por lo que significa para España y en la derecha-centro-derecha europea en el concierto mundial.
Pablo Casado ha cambiado de “caballo” a mitad de carrera y eso puede costarle disgustos. Se ha tenido que tragar el sapo de las baronías y se ha cargado el impulso que suponía Cayetana. El presidente del partido ha dejado con un palmo de narices a sus votantes y seguidores. Ya se había convertido la portavoz en la nueva joya de la corona ‘pepera’. Ha demostrado en el Congreso que es capaz de envolver con su verbo y con su claro pensamiento a tirios y troyanos.
Probablemente la cúpula del PP ha entrado en una fase de dudas respecto a su futuro, se sienten indecisos respecto a los nuevos pasos a dar y consideran que el llegar a determinados acuerdos con el PSOE, en cuestiones marginales, les iba a permitir ganar votantes que procedieran de Ciudadanos, un partido que, por cierto, en manos de la señora Arrimadas ya se les ha adelantado en firmar las paces con el gobierno.
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