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Etiquetas | Cayetana Álvarez de Toledo | PARTIDO POPULAR | Pablo Casado

Intento regenerador de Cayetana

Álvarez de Toledo no ha perdido su aval ciudadano porque ha demostrado preparación y valentía frente a Casado, en tanto que los barones han fulminado su propia credibilidad
Jesús  Salamanca
viernes, 21 de agosto de 2020, 09:20 h (CET)

No se puede destacar en un colectivo. Es peligroso tener razón en un país donde la envidia es pecado capital. El refranero nos dice que “en colectividad no demuestres tu habilidad”. Pues eso mismo, destacar, envidia, tener razón y manifiesta habilidad es lo que ha perdido a Cayetana Álvarez de Toledo. Los barones de medio pelo que mantiene el PP y que aún tienen mucho que demostrar en política, se han cegado con la regeneración que apuntaba Cayetana.

Pablo Casado ha cambiado de “caballo” a mitad de carrera y eso puede costarle disgustos. Se ha tenido que tragar el sapo de las baronías y se ha cargado el impulso que suponía Cayetana. El presidente del partido ha dejado con un palmo de narices a sus votantes y seguidores. Ya se había convertido la portavoz en la nueva joya de la corona ‘pepera’. Ha demostrado en el Congreso que es capaz de envolver con su verbo y con su claro pensamiento a tirios y troyanos.

Precisamente, en un momento generalizado de bajo nivel parlamentario, la marquesa se había convertido en “primus inter pares”.

El cese de Cayetana Álvarez de Toledo es el fracaso de la ciudadanía con esperanza, el retroceso de la fuerza regeneradora y el camino del oportunismo de los más mediocres y desnortados. La mejor prueba de ello es que Casado ha desayunado sapos y culebras, además de cientos de cartas y correos electrónicos pidiendo su dimisión. Quienes no acostumbramos a estas cosas, nos hemos sentido dolidos como ciudadanos y como contribuyentes. La formación y la libertad de Cayetana se le hacían grandes al jefe de filas del Partido Popular.

El sucesor de Mariano Rajoy ha cometido traición a los suyos, a los que dan la cara y se baten el cobre por esas siglas: votantes, simpatizantes y allegados. Los ha traicionado porque jugó con las cartas marcadas; ya ha renunciado a los principios con los que se postuló como líder de la derecha. Parece que se siente cómodo en las trincheras de ese bipartidismo, por eso ha cortado las alas a quien sabía volar: siempre fue más cómodo estar cerca de la sopa boba que tener que pensar en la comida diaria. Casado ya es esclavo del triunfo arrollador de Feijóo.

La izquierda está celebrando el cese. Miles de votantes no volverán a votar al PP porque ha roto las esperanzas de la ciudadanía honrada y trabajadora. Hasta simpatizantes y votantes del Psoe ven con preocupación el intento degenerador en el que ha caído Pablo Casado. Si alguien duda que sea un error ese cese, no tiene más que esperar unos días. Ha triunfado la izquierda frente a un manipulado líder de la derecha esperanzada: ya vuelve a ser algo así como lo que muchos llaman “derechita cobarde”.

El relevo de Álvarez de Toledo es un triunfo del Gobierno bolivariano, del PSOE y de Podemos. Los barones de la derecha se han mostrado más dispuestos a seguir la línea del cuento social-comunista: ocultamiento de muertos del coronavirus, nefastas consecuencias de la crisis económica y acelerada corrupción del bando bolivariano del “marqués”. Si en ese terreno se sienten cómodos, es justamente lo que lleva a nuestra incomodidad. Ya solo le falta al PP unirse al clan de Unidas Podemos y “fusilar” al emérito o utilizar el lenguaje subversivo en el asunto.

Álvarez de Toledo ha demostrado preparación y valentía frente a Casado, en tanto que los barones han fulminado su propia credibilidad. Casado ya es cadáver consolidado y sus barones han comenzado a entrar en putrefacción. La marquesa ha mostrado y demostrado una gran capacidad como parlamentaria y como portavoz del principal partido de la oposición. “La verdad es una ortiga; el que la roza, apenas se pincha; al que la coge con fuerza y resolución no le hace nada”, decía M.G. Saphir, periodista satírico austriaco.

El Partido Popular demuestra que está desnortado, agazapado y condicionado. Ni siquiera está sabiendo plantar cara al plagiador mayor del Gobierno, incapaz de enfrentarse a las mentiras de un presidente endiosado y muy distante de hacer ver al propio Gobierno que es inútil, ineficaz, incompetente, corrupto y falseador de números, muertos, contagiados y proyectos.

Hay dos momentos que recuerdo con especial relevancia de Cayetana porque puso contra las cuerdas a la mentirosa y emergente izquierda podemita: uno es cuando se enfrentó a Iglesias y le habló de la diferencia entre el marquesado de ella y el marquesado despectivo achacado a Iglesias. El otro fue en el momento que, tratando sobre feminismo y concentración del 8M, demostró a todas las feministas que su camino es erróneo, tergiversador y afín al “chiringuiteo”; incluso se atrevió a desgranar y explicar el feminismo basado en el esfuerzo, la igualdad y el sacrifico: la corriente del feminismo amazónico de la escuela de Camille Paglia. Esas fueron banderillas negras para el obtuso feminismo español hasta en el propio vocabulario.

En el momento más bajo de credibilidad del Gobierno, en su momento de mayor desprestigio en Europa y cuando más aturdido está Podemos por su abundante corrupción y multitud de “Cajas”, apartan a quien mejor puede utilizar el bisturí e iniciar la regeneración. Pablo Casado ha perdido el norte. Psoe y Podemos volverán a la carga con su máster de juguete. Egea podrá seguir haciendo gracietas para que ría el “marqués” porque entre bomberos nunca se pisan la manguera. Al tiempo.  

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