La frase de doña Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, marquesa de Casafuerte, española desde 2007, exdiputada del PP, no es dramática, es demagógica. Quizás un intento de salir de la nada en la que se encuentra. No nos extraña que la quitaran de portavoz. Muchos de estos políticos nos recuerdan a esos escupefuegos de circo que son incombustibles, siempre que sea dentro del orden establecido.
Ya dio la nota con aquello de: "Mi hija de 6 años: Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad". No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena”, ahuyentó a muchos. Tenemos dudas de que los ciudadanos ucranianos que residen en nuestro país le rían la gracia (¿cuál es su deber moral, regresar?).
Estos héroes de tachuela que intentan adquirir notoriedad con la banalidad, son realmente empalagantes. Seguramente si estuvieran allí serían de los que huyen de los escuadrones que por dinero se dedican a cazan ciudadanos para llevarlos al frente, sin distinguir edad ni condición física (y sin ir ellos).
Sus palabras suenan a aquello de: “dice el padre prior que vayáis a trabajar, que después iremos a merendar”.
Matar o morir por Europa. Matar nunca, bajo ningún aspecto (¡vaya con el respeto al quinto Mandamiento de la Iglesia Católica! Porque ella es “agnóstica, pero la tradición es de todos y me reconozco en ella”. Nadar y guardar la ropa). Morir quizás sí, de hastío, de aburrimiento, de asfixia: todo esto ya es irrespirable.
Por Europa. ¿Qué Europa? ¿La de Macron? ¿La de Starmer (y su Gibraltar)? ¿La de Merz? ¿Esa que se inhibe insolidariamente ante los problemas españoles? ¿La que nos deja sin industria, pesca, agricultura? ¿La que nos quiere sólo camareros? (porque ya ni albañiles, dados los problemas de la vivienda).
Pero, nos vamos. No se trata ya del huevo, sino del fuero, como dice el derecho medieval, del contenido de las cosas, no de las cosas en sí mismas.
Resulta que ahora, bajo cualesquiera que sean los nombres y las circunstancias, abogar por acabar con la guerra en Ucrania es deleznable. Procurar que continúe, elogiable. Pobre Romain Rolland.
Reflexionemos sobre la frase del senador estadounidense Richard Blumenthal: "A mis compatriotas estadounidenses, permítanme decirles una cosa: en Ucrania están haciendo valer su dinero. El Ejército ruso se ha reducido a la mitad. Su fuerza se ha reducido en un 50 por ciento sin la pérdida de un solo soldado estadounidense y con menos del 3 por ciento de nuestro presupuesto militar. Es toda una ganga en términos militares". Sobre todo cuando en Ucrania no hay salida bélica, a pesar de lo que decía el anterior Altísimo Comisario.
¿Esta es la mentalidad que se defiende? ¿Estas son las excelencias del anterior gobierno estadounidense?
Si lo cosa está tan clara, ¿por qué EEUU no mandó a sus “muchachos”? ¿La guerra atómica? ¿Y qué ha cambiado? Europa (Francia e Inglaterra tienen armas nucleares declaradas. Y vaya Vd. a saber qué hay por Alemania, Italia, en las bases de la propia España).
¿Lucharía la marquesa por Gibraltar, por Ceuta y Melilla, por las Canarias? Por supuesto, por el Sáhara, no. El silencio es “ostentóreo”, como decía aquel alcalde de Marbella. Eso no, que ya está decretado por los dos bandos norteamericanos que es para Marruecos.
Y, señora marquesa: ¿hay que matar y morir por Palestina, por Gaza? Después de todo, Ucrania tiene aliados de peso, Gaza no.
Si realmente fuera historiadora estaría indagando en documentos desclasificados, donde se demuestra que occidente prometió (Genscher, Kohl, Baker, Gates, Bush, Mitterrand, Thatcher, Major, Woerner y otros), que no avanzaría hacia el este ni una sola pulgada; cosa que no se cumplió y es la madre de todas las batallas. Un antecedente sobre la importancia del equilibrio lo tenemos en la crisis de los misiles en Cuba.
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