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El pasado 27 de noviembre, la Policía Nacional de Ucrania llevó a cabo registros simultáneos en 38 ubicaciones diferentes en una operación que tenía como objetivo identificar ganancias ilegales en la venta de suministros de uniformes bajo el contrato firmado en 2022 entre Sinclair and Wilde y el Ministerio de Defensa de Ucrania.
Ya han pasado más de mil días y la guerra en Ucrania presenta una escalada sin precedentes. En este tiempo se ha demostrado una vez más que los conflictos armados no sirven para nada. Que no tienen ningún sentido más allá de destruir y asesinar al otro. Solo porque a un sociópata se le ocurre dar una orden.
Mientras nos deslizamos por el prolongado y resbaladizo proceso de transferencia presidencial en la única superpotencia realmente existente, mientras seguimos sufriendo sus sacudidas, las dolorosas sacudidas de un imperio en su ocaso, no sabemos todavía las decisiones que nos van a golpear a los demás países y pueblos del mundo, pero podemos atisbar algo de lo que nos espera.
Las acciones violentas e ilegales que Israel ha venido realizando contra el pueblo palestino durante décadas alcanzaron un nivel nunca visto al dar respuesta al ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre del año pasado. Desde entonces, se viene comportando, en palabras del Alto Comisionado de la Unión Europea, José Borrell, «como un grupo terrorista» y comete un genocidio continuado al que ninguna potencia occidental parece desear ponerle freno.
La humanidad ha ingresado en una suerte de dramática cuenta regresiva. Ratificando aquella valoración geopolítica categórica de Henry Kissinger, el epicentro de lo que puede ser el más devastador conflicto armado entre los hombres puede precipitarse en Eurasia por su importancia infinita. Quien domine a Eurasia dominará al mundo, solía decirse.
Cuando ahora hace dos años y medio, las tropas rusas iniciaron la invasión de Ucrania, los planes de Vladimir Putin apuntaban a una inevitable rendición del ejército de Kiev y a un rápido control del país por parte de sus tropas. No sólo es evidente que las previsiones fracasaron y que Rusia quedó embarrancada en un atolladero de difícil solución, sino que, al margen de cómo evolucione en el futuro, la guerra tiene un claro perdedor: Putin.
¿Qué relevancia tiene la moda en medio de una guerra? Del 1 al 4 de septiembre, la Fashion Week de Ucrania (UFW) intentó dar respuesta a esta pregunta en medio de las continuas adversidades. Es la primera vez que la Semana de la Moda regresa a Kiev desde la invasión rusa y el inicio de la guerra en 2022. Este evento ha reunido a más de 50 diseñadores locales que, en temporadas anteriores, habían sido acogidos en Londres, París, Copenhague o Berlín
Con la vuelta al colegio en septiembre, un informe del Ministerio de Educación y Ciencia ha identificado que alrededor de 4,6 millones de niños y niñas ucranianos se enfrentan a dificultades en el acceso a la educación. Esta cifra incluye una estimación de dos millones de niños afectados por el cierre de escuelas. Además, según los informes, más de 3.500 instituciones educativas han sufrido daños, y casi 400 han quedado completamente destruidas.
El mandato presidencial de Zelenski expiró el 20 de mayo y, aunque la Constitución ucraniana permite la prórroga automática del cargo en caso de Ley Marcial, parte de la oposición cuestiona la legitimidad de dicha prórroga aduciendo que el cargo debería pasar al actual presidente de la Cámara, Ruslán Stefanchuk.
Ya Arthur Schopenhauer y Marcuse trataron el asunto del pensamiento único, pero lo intelectualizaron excesivamente. La definición más real, por pedestre, fue la de Sarkozy: “No podemos decir nada en nuestro país sin que uno no sea inmediatamente acusado de segundas intenciones nauseabundas. Este es el pensamiento único intolerable”.
Dado que las prioridades de la Administración Biden serían el posible inicio de la guerra de Israel contra Líbano, el peligroso acercamiento de Putin a Vietnam para impedir la formación de un arco nuclear contra China así como la presencia de barcos de guerra rusos en Cuba, el Pentágono estaría sopesando la necesidad de firmar un Acuerdo de Paz con la Rusia de Putin.
Los países más poderosos de Europa y los dirigentes más encumbrados de Estados Unidos, casi al unísono, han hecho pública su tesis en el sentido de que Ucrania tendría derecho a atacar los territorios rusos desde donde proviene el machacar mortífero de la artillería enemiga.
Si USA entrega 60.000 millones a Ucrania, que no se los dan, es para proveer de todo tipo de armamento sea blindados, cazas, lanzacohetes de la industria norteamericana, pero Ucrania si le debe ese dinero, ¿cómo lo paga?, si su industria está prácticamente paralizada, sus tierras infrautilizadas para la agricultura, minería, empresas energéticas sea de gas, petróleo o electricidad en manos de Larry Fink el mayor accionista de BlackRock, y de Vanguard Group.
Dos años después de la escalada de la guerra en Ucrania, más de 10.500 civiles han muerto, entre ellos 587 niños y niñas, debido a los constantes bombardeos, minas y ataques de aviones no tripulados, que han dejado a una generación traumatizada, desplazada y temerosa por su vida. Este es el balance que denuncia la Plataforma de ONG Humanitarias en Ucrania junto a más de 50 entidades.
Dos años después del inicio del conflicto en Ucrania, Acción contra el Hambre recuerda que las necesidades de la población siguen siendo dramáticamente altas: alrededor de 14,6 millones de personas, el 40% de la población, necesitan ayuda humanitaria, 3,3 millones de ellas en comunidades cercanas a las líneas del frente, donde llega poca ayuda porque el acceso humanitario sigue siendo difícil.
Desde el comienzo de la invasión a gran escala de Rusia, Ucrania ha afrontado significativas consecuencias humanitarias y económicas. La economía del país se contrajo casi un tercio en 2022 y el presupuesto del Estado se desequilibró considerablemente. De acuerdo con un reciente informe, el apoyo internacional para cubrir las necesidades de financiación de Ucrania seguirá siendo indispensable en los próximos años.
El documental "20 días en Mariúpol" es finalista en los Premios Óscar, Premio del Público en Sundance y la 4ª mejor película del año, según The Guardian. Mariúpol, la ciudad portuaria del sureste de Ucrania, estuvo bajo asedio durante las primeras etapas de la invasión rusa. Horas antes de que estallara la guerra, el periodista –ganador del Pulitzer– y cineasta ucraniano Mstyslav Chernov, viajó a Mariúpol con otros periodistas para documentar las atrocidades del asedio.
A lo largo de 2023, una serie de catástrofes se cobraron víctimas en comunidades de todo el mundo. A principios de año ACNUR preveía que, a escala mundial, unos 339 millones de personas necesitarían ayuda humanitaria urgente en 2023. World Vision ha respondido a 78 emergencias en 59 países, apoyando a más de 35,8 millones de personas necesitadas.
La humanidad quiere paz, no guerra. Las grandezas de la cotidianidad (vida) no está en admitir o proliferar el odio, la venganza, guerras, indisponer a las personas sin justificada razón, solamente para, como lo dice el adagio: "matar para sobrevivir". Inmiscuirse en esa hazaña no es de persona inteligente.
El 19 de octubre del año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escribió (con toda la razón) el siguiente mensaje en la red X (antes Twitter): «Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente eléctrica, son crímenes de guerra. Los cortes de agua, electricidad y calefacción cuando llega el invierno a hombres, mujeres y niños son actos de terror».
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