No, no voy a hablar de la pistola con la misma denominación, sobre armas nada sé. Sí lo haré sobre la necesidad y obligación que tienen todos los gobernantes de un país de defender su integridad territorial y salvaguardar la vida y los bienes de sus ciudadanos.
El título de este trabajo es un adagio latino que significa "SI QUIERES PAZ, PREPÁRATE PARA LA GUERRA".
No soy belicista, ni mucho menos, pero comprendo que los humanos, precisamente por ser uno de los principios más elementales que la Naturaleza nos impone, el instinto de conservación para la perpetuación de la especie, han de defenderse cuando son atacados o invadidos por los ejércitos de otro país.
Tampoco soy un pacifista insensato y poco cuerdo que coloque la paz por encima de todos nuestros deseos, de forma tal, que, ante cualquiera agresión u ofensa, no respondamos con la defensa proporcional al ataque recibido; por ello, la principal premisa que ha de tener cualquier gobierno de cualquier país es de la defensa de sus fronteras, de forma tal, que quien quiera invadirlo ha de conocer que los habitantes a los que intenta atacar están prevenidos y bien armados para rechazar cualquier intento de invasión.
Lo españoles bien y sobradamente, conocemos lo que son las invasiones a todo lo extenso de nuestra historia. Salvo en la irrupción de los visigodos que asimilaron la cultura hispanorromana y fueron los primeros que dieron a la Península el nombre de HISPANIA, unificando las distintas provincias en que la habia dividido Roma, las demás invasiones han ocurrido por el insano e injustificable de rapiñar nuestras posesiones territoriales.
Ante la posibilidad, aunque sea remota de un ataque por otro país, el atacado debe de estar preparado para una invasión, es decir, debe de prepararse para la guerra.
En los animales, a poco que los observemos, también se percibe cómo se previenen para luchar ante un ataque. Uno de los más llamativos es el gato cuando se encuentra con un perro. Si puede escaparse, lo hace, mas si no tiene oportunidad de ello, contrae sus cuatro patas, arquea el lomo, empina el rabo y se erizan todos los pelos, para parecer más grande y asustar al atacante. Los humanos, cuando nos disponemos a un combate, cuerpo a cuerpo, entonamos cantos patrióticos, y nos animamos con gritos para atemorizar al enemigo.
No soy politólogo ni experto en analizar las disposiciones bélicas de cada país. Simplemente observo y saco conclusiones de lo visto u oído, en mi derecho de opinión.
¿A qué viene esto? A la situación en la que se encuentra Ucrania después de haber sido invadida, hoy se cumplen tres años, por una potencia extranjera con ínfulas imperialistas.
Trump, recién estrenado como presidente de los EE.UU, tiene la desfachatez, por no usar otra palabras más denigrante, de culpar a Ucrania del inicio de esta guerra, de considerarla, porque la ha llamado así en la reunión del G7; agresora, ¿agresora de qué país, de qué territorio?
Es de sobra conocido que esta, lo único que pudo hacer e hizo, fue plantar cara a los militares rusos y defenderse. Lo más elemental de cualquier país ante una invasión, al parecer, injustificada, de otro.
Ese normal ejercicio de defensa, no lo esperaba Putin, que consideraba que sería un paseo militar entrar la nación y apoderarse de ella. Pero mire Vd. por donde, le salió la criada respondona. No esperaba que su presidente, actor comediante, tuviese los arrestos y las agallas de presentarle cara y defender la integridad de sus territorio y de los ucranianos aguantando durante tres años, como he dicho, las poderosas fuerzas del oso ruso que, posiblemente no podrá disfrutar de este panal de rica miel, que tanto gusta a los plantígrados.
Pero en su ayuda ha venido un bocazas y bocachancla, llamado Trump, cuya propuesta para alcanzar la paz es reunirse con el megalómano Putin y, sin contar con Zelenski, dar el visto bueno a los terrenos que ha conquistado Rusia, en perjuicio de Ucrania, y aquí paz y después gloria.
Es como si yo, estando tranquilo en mi casa, porque tengo unos bienes que un desalmado quiere, se presenta en mi domicilio, lo invade y me quita dos habitaciones. Reclamo, y se presenta un juez que dictamina que, si quiero paz, debo de dejarle al invasor las dos habitaciones que me ha arrebatado. Esa decisión la toma sin que yo esté presente y debo asentir en ello, como hacho consumado.
No, Putin y Trump, no, estáis robando un trozo de su patria a los ucranianos, sin contar con ellos cuando lo más elemental es que primero se oiga su voz y que las decisiones sean de acuerdo con lo que estos digan. Lo contrario es un acto de opresión muy parecido, si no igual, a lo que llevo a cabo Hitler cuando en septiembre de 1939, invadió Polonia, iniciando así la segunda guerra Mundial que tantas vidas humanas y tanto capital se dilapidó.
¿Quién nos dice a los europeos que esto no es el comienzo de una rapacería apropiándose de los países más cercanos a Rusia, por ejemplo Letonia cuya frontera mide 1.000 Kms. lindando con esta y continuar la invasión de los restantes países limítrofes, como aperitivo, para continuar con los demás, una vez se hay apoderado de los cercanos, al igual que llevó a cabo el megalómano Hitler?
Vuelvo a decir que no soy belicista, pero por el mero instinto de conservación, ya dicho, el "SI VIS PACEM, PARA BELLUM", es necesario, a la vista de lo acontecido, que se ponga en práctica por la UE, y no sea esta una asociación de mercachifles, como decía Julio Anguita que era.
Nuestro refranero dice: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Que la UE proceda en consecuencia.
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