El presidente ruso Vladimir Putin afirmó esta semana que la provincia de Kursk se encuentra completamente bajo control de sus fuerzas, y el grupo que invadió el territorio quedó completamente aislado. “Se trata de un aislamiento completo y un control total de fuego. Las tropas ucranianas dentro de esta zona de invasión perdieron el control" puntualizó el líder de la tercera Roma.
Añadió que si hay un bloqueo físico en los próximos días, nadie podrá salir en absoluto. “Solo habrá dos caminos: rendirse o morir”.
Putin considera que sería muy bueno, sobre todo para la parte ucraniana, lograr un alto el fuego de, al menos, 30 días, lo cual tiene su consentimiento, pero esclarece que existen algunas dudas de su parte.
¿Qué haremos con esa parte del cerco en la provincia de Kursk? Si detenemos las hostilidades durante treinta días, ¿qué significaría eso? Que todos los que están allí saldrán sin luchar, tendríamos que dejarles salir de allí después de que hayan cometido multitud de crímenes contra civiles. O los dirigentes ucranianos les darán la orden de deponer las armas, de rendirse sin más. ¿Cómo va a ser?", se preguntó el líder ruso.
"¿Cómo se resolverán otras cuestiones en toda la línea de contacto, que es de casi 2.000 km? Y allí, como saben, las tropas rusas están avanzando casi en todas las zonas de contacto. Y allí también se están creando las condiciones para que bloqueemos unidades enteras bastante grandes".
Finalente, "¿Cómo se utilizarán esos treinta días? ¿Se utilizarán para que continúe la movilización forzosa en Ucrania, para que se suministren armas allí, para que unidades recién movilizadas reciban entrenamiento? O no se hará nada de esto" cuestionó el presidente Putin, abordando un tema crucial sobre el cual la historia de la guerra del Chaco ha dado claras lecciones a la humanidad.
El 11 de diciembre de 1933, en el contexto de la guerra del Chaco, el ejército del Paraguay cercó a casi la mitad de las fuerzas operativas bolivianas asestando un golpe que aunque definitorio, no pudo derivar en la paz.
El 19 de diciembre de 1933, a la hora catorce, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull, escribió desde Montevideo a Washington atribuyendo el armisticio a la presión de Estados Unidos, cuya delegación encabezaba ante la Séptima Conferencia Panamericana que se reunía en Uruguay. Cordell Hull informaba que desde su llegada a la capital uruguaya, que la delegación norteamericana había realizado todos los esfuerzos posibles para lograr el cese del fuego, el cual no hubiera sido posible sin la presión estadounidense, reafirmando tal acontecimiento citando como fuente a miembros de la comisión del Chaco de la Liga de las Naciones.
Tan evidente fue la participación estadounidense en tal cese del fuego, que precisamente duraría treinta días hasta principios de 1934, que el mismo presidente Franklin Delano Roosevelt envió sus calurosas felicitaciones a Hull por “el gran logro”, a través del subsecretario William Phillips que interinaba el departamento de estado.
Los treinta días fueron utilizados por Bolivia para rearmarse y volver a posicionarse, y la guerra del Chaco duró dos años más a un costo de decenas de miles de muertos.
A las interrogantes planteadas por Putin, en base a la lección del armisticio de Campo Vía, es pertinente añadir la duda sobre cómo reaccionaría el pueblo ruso en caso de tratarse de una estratagema para salvar a un ejército al borde del colapso, en este caso el ucraniano, de tal suerte que pueda levantar cabeza y seguir combatiendo. En Paraguay, el craso error de aceptar el armisticio luego de Campo Vía costó al gobierno de Eusebio Ayala su derrocamiento manu militari el 17 de febrero de 1936. LAW
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