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Por eso, lo que hacemos es el resultado de nuestros propios pilares morales. Entre dar la mano o negarla, entre dar las gracias o volver la vista, entre respetar el paso de cebra o acelerar, hay diferencia. Hay actos que son buenos y otros que son malos. Nuestras palabras, nuestros hechos, configuran la arquitectura moral de nuestra identidad.
Claudio Rodríguez es uno de nuestros poetas más significados allende corrientes, tendencias y estilos, y lo es porque estableció una honda conversación con el entorno, una conversación sin palabras de cuyas resoluciones levantaría unas actas las, a la sazón, plasmadas en alucinados poemarios para gloria de nuestras letras.
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