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La Pascua ya no es lo que era, hace tiempo que aquellas fiestas pascueras de mi adolescencia están escondidas, pero no olvidadas, en el cajón de la historia reposando junto a viejos trastos. El advenimiento del «600», automóvil que democratizó la movilidad sobre cuatro ruedas en aquella España en blanco y negro, y la multiplicación de las llamadas «segundas residencias» mataron aquellas celebraciones de mi infancia y adolescencia.
Cometas de arena que sueños de plástico, papel y lata son. Cometa que morirá algún día y no falta demasiado, cuando eso suceda todo se llenará de flores y no tendré por donde andar, me tiraré en una cama en la playa para contemplar el cielo y entonces, podré dar gracias: por haber tenido cometas en mi camino que me enseñaron a ser lo que soy, por haber tenido a mis felinos, que fueron como hijos...
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