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En la presente oportunidad presentamos la tercera entrega de la saga denominada “El sentido de la Navidad”, en la cual intentaremos reflexionar sobre dos pilares esenciales de la celebración: la humanidad y la humildad. En su esencia más profunda, la Navidad nos interpela como individuos y como sociedad, enfrentándonos a cuestiones éticas, espirituales y filosóficas.
Cuando ha habido una pérdida, una crisis, da consuelo poder hablar con alguien digno de nuestra confianza. Con ciertas personas hablaremos del tiempo, de fútbol o de política, pero con otros podemos entrar en intimidad porque nos sentimos “en casa”. Son amigos y además tenemos confianza. Podemos hablar. Y hablar consuela.
Recuerdo un pequeño, “gran consejo”, ubicado en mi infancia; de origen familiar unas veces, otras del ámbito educativo y bastantes del grupo de amigos y conocidos. Sorprendentemente era muy sencillo: “Acostúmbrate a mirar detrás del cuadro: puede que te ayude a comprender muchas cosas”.
La columna semanal que vengo publicando desde hace más de diez años bajo el título de “el segmento de plata”, nació de la iniciativa de un periódico digital que me la solicitó. Posteriormente, años después, decidieron eliminar ese apartado. Pero ya le había cogido “gustillo” al tema y sigo intentando cada semana, poner en valor (como se dice ahora) las capacidades de los pertenecientes a este segmento de edad.
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