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Todos necesitamos el aire de la rectitud y de la clemencia para poder subsistir en un mundo que continua despojando a los pobres de sus derechos, que no se esfuerza en trabajar por las exigencias del bien colectivo, ni por activar los quehaceres de servicio, cultivando el raciocinio y ejercitando la ética.
Sé muy bien que este titular puede causar una cierta repulsa porque puede parecer sensacionalista. Y tal vez lo sea, pero créanme, no encuentro mejor manera para denunciar este dramático suceso. La gitanita, ¡ocho años, no se olvide!, estuvo agonizando durante más de 20 minutos porque la pesada puerta metálica le aplastó la columna vertebral. Murió de asfixia y hemorragia interna. Hasta aquí la noticia.
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