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El confinamiento que hemos vivido y que aún vivimos, en algunos casos, ha supuesto para la gran mayoría de personas un nuevo contexto de aprendizaje. Esta situación ha puesto en jaque nuestra forma de vida. Durante estos días, en muchos casos hemos ido adoptando estrategias a priori adaptativas para la situación, pero ahora llega el momento de hacer frente a la “nueva normalidad”.
De naturaleza psicológica han sido principalmente los obstáculos que he tenido que sortear para llegar al punto de tomar mi primera ducha con agua helada, no ha sido fácil, tampoco ha sido extremadamente difícil, pero eso sí, ha sido en extremo aleccionadora la experiencia.
El pasado verano hablaba de mi amigo Juan Caparrós, el último marengo del Rincón de la Victoria, con el que enhebro largas conversaciones a lo largo de la mañana mientras jugamos al dominó. En esta partida nos enfrentamos a otros “indígenas” cuya forma de pensar, de actuar y de vivir es completamente diferente.
Más de 19 millones de españoles usan la bicicleta y más de la mitad lo hace a diario, según los últimos datos del Barómetro de la bicicleta en España de 2017.
Los diccionarios recogen el significado de la palabra “crispación” como gran irritación. Las actitudes que observo en la actualidad en mis coetáneos están llenas de esas situaciones. Se identifican con aquel personaje de los tebeos de mi infancia: “Don Pacontraria”. Se sigue utilizando el “de que se trata que me opongo” y la crispación nace de momento.
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