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Algunos bancos más pequeños en EEUU están quebrando y, aun así, debido a la inflación, suben los tipos de interés otros 0,25 puntos. Todo esto se presupone que será un efecto dominó para Europa, como ya ocurrió en el 2008, pero nos están maquillando los datos y dando las noticias muy edulcoradas, para que no veamos la realidad.
Durante el 2022 y en lo que va del 2023 la industria tecnológica está en crisis, debido a los rezagos de la pandemia y al colapso reciente de Silicon Valley Bank (SVB), uno de los bancos más grandes de Estados Unidos que otorgaba financiamiento a la mayoría de las empresas de tecnología.
Los movimientos que han registrado los mercados de renta fija son de una magnitud histórica. El bono a dos años de EEUU pasó del 5 % el pasado 8 de marzo al 3,9 % una semana más tarde. Los motivos son evidentes: tras la estela de la reciente quiebra de tres bancos regionales estadounidenses (vinculados a las start-ups californianas o a las criptomonedas), los inversores dudan de la salud de otros bancos en dificultades.
Las autoridades de Estados Unidos y Europa no paran de repetir en los últimos días que el sistema bancario es sólido y que no hay que preocuparse porque están preparadas para evitar que pueda tener problemas. Es mentira. Los bancos de todo el mundo están quebrados por definición. Es materialmente imposible que puedan devolver a sus clientes el dinero que estos tienen depositado en sus cuentas por la sencilla razón de que no lo tienen.
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