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El cateto, embustero y plagiador que habita en La Moncloa se mantiene en “sus trece” de gobernar buscando sus propios intereses e ignorando cualquier otra consideración que pueda comprometer su intención de permanecer en el poder sine die, cueste lo que cueste. Tan es así que, si analizamos sus tomas de decisiones, se ve claramente que, en la mayoría de ellas, sigue esa “singular” tendencia.
En cada una de las decisiones perseguimos las mejores soluciones para ese momento o bien para unas futuras situaciones. Utilizamos para ello los recursos más inverosímiles pensando en la eficacia de su manejo. Su aplicación la orientamos en beneficio propio, de la gente allegada o quién sabrá precisarlo. Las aspiraciones son naturales, adaptadas al carácter del protagonista; en el intento de progresar desde el estado actual.
Entre la ignorancia y los descubrimientos encuentran su oportunidad las sorpresas ilustrativas. La complejidad envolvente nos aturde. Frente a la rutina conformista, con la observación atenta nos abrimos a los sucesivos hallazgos, en ocasiones transformados en sensaciones inesperadas y en todo un abanico de posibilidades. Veíamos algo, pero había muchísimo más detrás.
Uno suele presumir de sus percepciones de los eventos o comportamientos circundantes; con eso de a mí me lo van a decir. En cuanto a las referencias a los aconteceres lejanos, también escogemos los relatos con un sesgo peculiar. Pugnamos en torno a un impulso testimonial de primer orden, lo captado por este sujeto es considerado por el mismo como noticia primordial.
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