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La documentada obra mantiene en todo momento un pulso narrativo casi febril. El libro está dedicado a la memoria de otro gran explorador, Miguel de la Quadra-Salcedo, y cuenta con una estupenda portada del pintor Augusto Ferrer-Dalmau, que refleja toda la soledad, casi ontológica, de uno de los forjadores de nuestra historia en América.
La incompetencia, envidia, rencor y mala sangre no tienen límites cuando se trata de denigrar, mancillar y vilipendiar las acciones que llevó a cabo la Corona Española desde que se descubrió América, la obra más prodigiosa que hayan podido conocer los siglos. Lo que es innegable es que a España le tocó vivir un momento sin par en la Historia y lo llevó a cabo en las mejores condiciones y buena voluntad.
Tanto el término “indio” como el de “caníbal” son fruto de errores. A los habitantes nativos del nuevo mundo se les empezó a denominar “indios” porque Colón pensó que había llegado a las Indias. El equiparar a los nativos caribeños con el canibalismo fue una manera de justificar la matanza de una raza tan supuestamente perversa.
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