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El ADN de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contendría la triple enzima trumpista (autocracia, instauración del paraíso neoliberal y retorno al “pensamiento único heteropatriarcal”) y cuyo objetivo sería la instauración de un sistema autocrático, forma de gobierno ejercida por una sola persona tras fagocitar a los votantes de Vox y lograr la anhelada mayoría absoluta.
Hace décadas surgió un entramado colectivo en Euskadi que se dedicaba a la violencia callejera. A estos grupos se les denominó “kale borroka”, ya que sembraban el pánico por allá donde ejecutaban sus horrendas acciones. Es inevitable, desde 2017, comparar a la “kale borroka” vasca con los CDR (Comités de Defensa de la República) que camparon a sus anchas por territorio catalán cuando el golpista y fugado Puigdemont huyó como un cobarde.
Creo, sinceramente, que sólo existen tres armas para poder descubrir y destruir el avasallamiento, y conseguir, de esa forma, una realidad social justa que predomine en una democracia moderna: el careo, primero, las manifestaciones pacíficas, segundo y, llegado el caso, la desobediencia civil.
El famoso “incognito social” ha desaparecido. El individuo del siglo XXI, puede presumir de legislación de derechos universales, al mismo tiempo que llevar bajo el brazo los rollos de demandas interpuestas por incumplimientos de los mismos.
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