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“La resistencia de la economía mundial, en especial los países del G7 (excepto el Reino Unido), volvió a sorprender durante este primer semestre de 2023. Así, el crecimiento de la eurozona se situó en el 3,5 % a pesar de la guerra de Ucrania, la crisis de la energía y las materias primas, la inflación de dos dígitos en numerosos países miembros y un Banco Central Europeo (BCE) y una Reserva Federal estadounidenses (Fed) mucho más combativos de lo previsto.
En su nuevo ensayo, el economista Juan Torres advierte que la próxima crisis económica será diferente y más difícil todavía. Un contexto geopolítico y estratégico con enormes peligros potenciales hará más complicado hacerle frente, y la acumulación de fracturas estructurales en el sistema complejo que es la economía internacional supone un riesgo sistémico que amenaza con el colapso.
El dólar fuerte debilita al resto del mundo -debilita más o menos- en la medida en que la economía de cada país dependa -más o menos- de lo que compre y venda en dólares. El dólar fuerte es un estilete que sangra a mucha gente -por supuesto de África, Asia e Iberoamérica, pero también de Europa- porque para los países en desarrollo supone un aumento del yugo de la deuda, una mayor devaluación de su moneda y una subida impuesta de los intereses en sus países.
Enfrentada a un mix de desafíos sin precedentes, la economía mundial encara un fuerte deterioro de su crecimiento. Este panorama mejorará ligeramente tras 2023 cuando, previsiblemente, las actuales medidas de los bancos centrales y la normalización de las cadenas de suministro contribuyan a aliviar las presiones sobre los precios.
Según el informe ‘Perspectivas de la Economía Mundial 2023’, un tercio de las economías mundiales podrían entrar en recesión y el crecimiento global caerá al 2,8%, principalmente a causa de la crisis energética y de materias primas desatada por la guerra y la inflación.
Lo importante radica en comprenderse y entenderse para consensuar posturas; sólo así se podrá garantizar la gobernabilidad y la estabilidad de la economía mundial, con especial atención a los mercados financieros, el comercio y los problemas fiscales, a fin de alcanzar un crecimiento económico que sea incluyente y sostenible.
Casi el 60% de Estados Unidos está experimentando ahora condiciones de sequía, el mayor porcentaje en una década, y el doble de la media habitual. Un tercio del país está experimentando una sequía severa, excepcional o extrema (ver gráfico). Del mismo modo, el 64% del Reino Unido y Europa está bajo una advertencia o alerta de sequía y China está experimentando su peor ola de calor y sequía en seis décadas.
El pasado día 7 el Banco Internacional de Pagos publicó los últimos datos disponibles sobre las transacciones financieras registradas en los 27 países o zonas de mayor volumen de todo el mundo, lo que equivale a decir en la práctica totalidad del planeta. Aunque las cifras no se presentan acumuladas se pueden sumar con relativa facilidad las correspondientes a cada uno de los diferentes conceptos para obtener el total: 14.937 billones de dólares.
El colapso del tráfico de mercancías post pandémico y la escalada brutal de los precios energéticos y carburantes podría acabar lastrando la incipiente y frágil recuperación económica mundial y desembocar en escenarios de estancamiento económico. El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí.
Estamos tontos al no recurrir a los bancos centrales que pueden proporcionar financiación a los gobiernos (con todo el control necesario para que el gasto sea el preciso y no haya derroche ni corruptelas) sin generar deuda y cuando permitimos, en su lugar, que se aproveche una desgracia mundial para fortalecer el negocio bancario.
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