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Cuando acabe 2024 se habrán celebrado 76 elecciones generales en todo el mundo. Sin embargo, la de mayor trascendencia para la economía internacional será la presidencial que se llevará a cabo este 5N en EEUU. Es muy difícil hacer una previsión concreta de las consecuencias económicas de esta elección sobre la economía mundial. Y no sólo porque dependerá de quién gane, puesto que Harris y Trump llevan propuestas muy diferentes en sus programas económicos.
Una crisis es “una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución”. La palabra crisis está emparentada etimológicamente con el verbo griego 'krínein', que significaba originariamente “decidir, separar, juzgar” y posteriormente derivó en “seleccionar o elegir” y siempre lleva implícita un caos de la mudanza.
El factor clave podría ser el ritmo de la relajación monetaria prevista. Todavía se desconoce cuándo se pondrá en marcha y su magnitud. En este arranque del mes de enero, la visión imperante en los mercados es que la Fed y el BCE podrían aplicar un recorte de los tipos de 25 puntos básicos a partir de finales del primer trimestre, seguido probablemente de otros cuatro o cinco recortes durante el año.
En Davos (Suiza) se reunirá el Foro Económico Mundial desde el 15 al 19 de enero del balbuciente 2024. Se habla de la presencia de 120 países y 2.800 líderes de toda índole, de ellos 60 jefes de Estado y de Gobierno. El presidente del foro, Børge Brende, ha informado que este año el lema es “reconstruir la confianza”.
La economía mundial crecerá apenas 2,4 por ciento en 2024, un retroceso con respecto al 2,7 por ciento de 2023 y a los niveles previos a la pandemia covid-19, según señala en su primer informe del año el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. En América Latina y el Caribe el avance será aún más pequeño, de apenas 1,6 %.
Tras la invasión de Gaza por Israel, podríamos asistir a la desestabilización del Líbano e Irán por métodos expeditivos lo que representará el inicio de un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años y que podría provocar un escenario de estanflación secular en la economía mundial.
La economía mundial está en desaceleración, las naciones en desarrollo resultan las más perjudicadas, y se requieren cambios en la arquitectura financiera internacional y las políticas de los bancos centrales, según ha confirmado la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) en su Informe sobre Comercio y Desarrollo 2023.
La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking suscita recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandone sus equipos e infraestructura actuales.
La UE afrontará en los próximos meses nuevas rondas de negociación para cerrar acuerdos de libre comercio con el bloque Mercosur y Australia. Estos acuerdos ampliarían la influencia de la UE en el comercio mundial, mejorarían su autonomía y resistencia económica, reducirían las desventajas competitivas con China y EEUU en Latinoamérica y Oceanía, diversificarían las cadenas de suministro y ayudarían al cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad.
La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking suscita recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandone sus equipos e infraestructura actuales.
“La resistencia de la economía mundial, en especial los países del G7 (excepto el Reino Unido), volvió a sorprender durante este primer semestre de 2023. Así, el crecimiento de la eurozona se situó en el 3,5 % a pesar de la guerra de Ucrania, la crisis de la energía y las materias primas, la inflación de dos dígitos en numerosos países miembros y un Banco Central Europeo (BCE) y una Reserva Federal estadounidenses (Fed) mucho más combativos de lo previsto.
En su nuevo ensayo, el economista Juan Torres advierte que la próxima crisis económica será diferente y más difícil todavía. Un contexto geopolítico y estratégico con enormes peligros potenciales hará más complicado hacerle frente, y la acumulación de fracturas estructurales en el sistema complejo que es la economía internacional supone un riesgo sistémico que amenaza con el colapso.
El dólar fuerte debilita al resto del mundo -debilita más o menos- en la medida en que la economía de cada país dependa -más o menos- de lo que compre y venda en dólares. El dólar fuerte es un estilete que sangra a mucha gente -por supuesto de África, Asia e Iberoamérica, pero también de Europa- porque para los países en desarrollo supone un aumento del yugo de la deuda, una mayor devaluación de su moneda y una subida impuesta de los intereses en sus países.
Enfrentada a un mix de desafíos sin precedentes, la economía mundial encara un fuerte deterioro de su crecimiento. Este panorama mejorará ligeramente tras 2023 cuando, previsiblemente, las actuales medidas de los bancos centrales y la normalización de las cadenas de suministro contribuyan a aliviar las presiones sobre los precios.
Según el informe ‘Perspectivas de la Economía Mundial 2023’, un tercio de las economías mundiales podrían entrar en recesión y el crecimiento global caerá al 2,8%, principalmente a causa de la crisis energética y de materias primas desatada por la guerra y la inflación.
Lo importante radica en comprenderse y entenderse para consensuar posturas; sólo así se podrá garantizar la gobernabilidad y la estabilidad de la economía mundial, con especial atención a los mercados financieros, el comercio y los problemas fiscales, a fin de alcanzar un crecimiento económico que sea incluyente y sostenible.
Casi el 60% de Estados Unidos está experimentando ahora condiciones de sequía, el mayor porcentaje en una década, y el doble de la media habitual. Un tercio del país está experimentando una sequía severa, excepcional o extrema (ver gráfico). Del mismo modo, el 64% del Reino Unido y Europa está bajo una advertencia o alerta de sequía y China está experimentando su peor ola de calor y sequía en seis décadas.
El pasado día 7 el Banco Internacional de Pagos publicó los últimos datos disponibles sobre las transacciones financieras registradas en los 27 países o zonas de mayor volumen de todo el mundo, lo que equivale a decir en la práctica totalidad del planeta. Aunque las cifras no se presentan acumuladas se pueden sumar con relativa facilidad las correspondientes a cada uno de los diferentes conceptos para obtener el total: 14.937 billones de dólares.
El colapso del tráfico de mercancías post pandémico y la escalada brutal de los precios energéticos y carburantes podría acabar lastrando la incipiente y frágil recuperación económica mundial y desembocar en escenarios de estancamiento económico. El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí.
Estamos tontos al no recurrir a los bancos centrales que pueden proporcionar financiación a los gobiernos (con todo el control necesario para que el gasto sea el preciso y no haya derroche ni corruptelas) sin generar deuda y cuando permitimos, en su lugar, que se aproveche una desgracia mundial para fortalecer el negocio bancario.
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