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Emigró María hace ya unos cuantos años desde su Cantábrico a Madrid, por cuestiones de trabajo, y sobre todo de autodefensa, e incluyo aquí a su familia, por descontado. No la conozco personalmente; y debería. Les cuento.
Necesitaremos tomar aire, pero ningún ser humano por ínfimo que nos parezca, puede hallarse sin perspectiva de camino. Cada continente arropa sus propias esperanzas en la singularidad de la acción cooperante, lo que nos obliga a ir unidos en la diversidad, que es donde verdaderamente está el enriquecimiento de lo trazado.
¿Por qué lo que sucede en Ucrania nos impacta más que lo que ocurre o ha ocurrido en otros lugares como Siria? Las consecuencias trágicas son las mismas: muertos, heridos, refugiados y, de continuar la invasión, destrucción del tejido productivo de un país. No es que seamos mejores o peores por sentirnos más cerca de los ucranianos que de los refugiados en los campamentos de la frontera griega. Se trata de la llamada “jerarquía de la muerte” o “empatía de la distancia”.
La vida hecha juego. Avaricia, empatía, oportunidades y estrategia. Cuatro términos que caracterizan la exitosa serie de televisión, El Juego del Calamar. Avaricia: de riqueza y poder. Empatía: la que intentó transmitir en vano la iglesia con el videoclip del cantante C. Tangana. Oportunidades: igualdad de condiciones paralelas. Estrategia: la que decimos tener pero raramente cumplimos.
El trabajo en equipo es la clave del éxito de cualquier entorno corporativo, el esfuerzo de los distintos miembros se potencia, disminuyendo el tiempo de acción y mejorando los resultados. En este sentido, las empresas necesitan líderes que sepan organizar y gestionar el capital humano, y que tengan una visión amplia y una mentalidad colaborativa.
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