La empatía puede definirse como la capacidad de ponerse en el lugar de alguien para verle desde su marco interno de referencia, es decir, se trata de comprender al otro como sujeto con una experiencia propia. Es una habilidad que se inicia en nosotros mismos y que resulta fundamental para la vida en general, pero también, de forma concreta, en determinados ámbitos, como puede ser la relación que se establece entre el profesional de la salud y el paciente. Como explica el Dr. Pedro Adrados, psicólogo clínico del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, “si no podemos percibir nuestros propios sentimientos, muy difícilmente podremos interpretar el estado de ánimo de la persona que tenemos enfrente. En el caso de los profesionales de la salud, es importante potenciar con voluntad y motivación esta habilidad que se va desarrollando a lo largo de la vida y que forma parte de nuestra competencia social”.
Son muchos los profesionales de este sector que admiten carecer de una formación específica en una capacidad tan básica: “es necesario que nuestra atención gire en torno al paciente, y para ello, en primer lugar, hemos de conocernos a nosotros mismos, saber cuáles son nuestras virtudes y nuestras limitaciones en las relaciones sociales y, concretamente, en nuestra comprensión empática”, afirma Adrados. Añade, además, que la empatía está muy relacionada con la escucha activa: “cuando dedicamos más tiempo a que prevalezcan nuestros puntos de vista y menos a escuchar, monopolizamos el diálogo y no nos preocupamos de entender a quién tenemos delante”.
Sin embargo, conectar con el sufrimiento del paciente puede también suponer un riesgo, ya que “la ansiedad generada puede bloquear la empatía, haciendo que disminuya. Se trataría de un mecanismo de defensa, de ahí la importancia de fomentar la formación específica en estas capacidades”. Según varios estudios, en el ámbito sanitario, una alta empatía se relaciona con un agotamiento profesional más bajo, dependiendo del lugar de trabajo y categoría profesional.
8 claves que nos pueden ayudar a desarrollar la empatía Pedro Adrados nos da una serie de claves para potenciar el desarrollo de la empatía: - Permitirnos expresar nuestros propios sentimientos y percibir la comprensión de los demás nos permitirá entender mejor qué se siente cuando uno es escuchado y comprendido.
- Identificar cuáles son nuestros estados emocionales en un momento concreto y relacionarlos con pensamientos propios y acontecimientos vitales vividos previamente.
- Tomar conciencia de que el hecho relatado siempre es una interpretación de una realidad que nunca es objetiva. Ello implica aceptar que existen tantas interpretaciones como espectadores son partícipes de este hecho, y que ninguna es más válida que la otra.
- Ser conscientes de nuestros prejuicios y estereotipos también es importante, ya que es una forma de ver qué cosas de la vivencia que tenemos del otro y su relato tienen que ver con nuestras ideas previas.
- Ser capaces, no solo de captar el mensaje verbal, sino también los mensajes no verbales: el tono, la mirada, la intensidad de la voz, etc., son algunos de los factores que pueden modificar un determinado mensaje.
- Distinguir cuándo se espera de nosotros que escuchemos o que, además, aportemos nuestro punto de vista.
- Realizar preguntas mientras el otro nos transmite su relato aumentará su confianza en nosotros, pues de esta manera le demostramos nuestro interés respecto a lo que nos cuenta.
- No minimizar la relevancia ni menospreciar el grado de importancia con el que la persona percibe su problema.
En el caso de los profesionales de la salud, tomar conciencia de nuestra responsabilidad respecto a la necesidad de trabajar la comprensión empática puede resultar de gran utilidad.
|