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Creí siempre que sería capaz de cualquier cosa que me propusiera y he vivido contento y feliz asumiendo tareas, andando rápido, repartiendo sonrisas y riendo por cualquier motivo, pero no sé cuándo empecé a andar más despacio, aunque no le di demasiada importancia, los peldaños dejé de subirlos de dos en dos… dejé el automóvil con el que fuimos a ¡tantos sitios!
Se comienza por tener problemas para describir con palabras el estadio de la vida en que te encuentras. Se utilizan toda clase de definiciones para “dulcificar” lo que realmente somos, aunque en nuestro profundo yo, pensamos que no hemos llegado a envejecer lo suficiente para recibir ninguno de esos calificativos.
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