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Esta corta frase con la que titulo este escrito la pronunció el 6 de diciembre (Día de la Constitución) el actual habitante de La Moncloa. Sánchez instó a “cuidar la Constitución” algo que conlleva a su juicio a cumplirla “de pe a pa”, desde el primero hasta el último de sus artículos. Cuando oí esta frase lapidaria (que me recordó al “no es no”) pensé: este tío viene con sus frasecitas de pijo tonto para deslumbrar a sus seguidores.
Depende de como planteemos la cuestión. En un plano coloquial, de aire muy navarrico, resulta un saludo simpático dando por asentado el talante abierto de unas relaciones espontáneas de una franqueza respetuosa. En la brega diaria ya se introducen las cuitas acuciantes, el lamento se incluye en la respuesta, sin saber a quien dirigirse. Oteando los horizontes, la pregunta ya requiere de un mayor conocimiento.
A la hora de comunicarnos mezclamos la naturalidad con las estratagemas artificiosas, la rutina con los intereses del momento, las ocurrencias simplonas con algo más de sabiduría. No es tan fácil decir o entender en las manifestaciones al uso. La abundancia de medios, palabras, imágenes o gestos, muestra una versión equívoca, notamos a diario sus insuficiencias.
Es un tipo de técnica que nos permite alcanzar el nivel óptimo entre la agresividad y la pasividad al comunicarnos; supone, en principio, la capacidad de comunicar de manera efectiva y puntual nuestras ideas, deseos y personalidad sin perder el objetivo de la conversación ni el punto de vista de nuestro interlocutor.
Hoy que vuelvo a casa zigzagueando por el centro, observo muchas miradas penetrantes. La cosa tiene su lógica por cuanto un 60% de la expresión facial ha desaparecido, y todo se reconcentra en el 40% restante que sobrevive a la cobertura. Yo que jamás recuerdo el color de una pupila, identifico verdes, marrones y mezclas, algunos inolvidables.
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