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Existen formaciones de extrema izquierda que hoy día no tienen cabida en la esfera política. Estas formaciones que comulgan con un falso anticapitalismo siempre afirman que no son políticas, que son antisistema, entonces, ¿qué hacen presentándose a las convocatorias electorales?
Esta Barcelona ya no la conocen los lugareños más antiguos del lugar. Me explico: mi mujer, Eva, acude a Barcelona día sí y día no por circunstancias personales y, como es normal, nos comunicamos mediante el móvil para ver si ha llegado bien. Hasta aquí todo correcto, pero no hay día que cuando va a coger el metro suburbano de la ciudad condal no haya alguna incidencia.
Permítanme seguir dudando de la ventolera que hace unos meses recorrió Argentina. Como dijo en su momento el periodista Marcelo Duclos: «Dudo de todo y no es mi culpa, es del kirchnerismo». No menos dudas recogieron al respecto las redes sociales; ello se debió a que la izquierda nos tiene acostumbrados a estas cosas cada vez que ve próxima la soga del ahorcado.
La extrema izquierda solo mira a Rusia, defienden al genocida más loco y degenerado del siglo XXI, incluso en la medida de lo posible impiden que otros lleven ayuda humanitaria o de otro tipo a Ucrania. Hoy, por encima de todo, España debe volcarse –y lo está haciendo—con Ucrania y con la población ucraniana por encima de todo.
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