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La gerencia de un país cualquiera, exige personas preparadas intelectualmente y con unas características muy claras. Deben ser equilibradas, objetivas, honradas, dialogantes, firmes y no excluyentes. La formación acuñada con esos principios éticos, deberia ser el patrón selectivo para toda persona que desee encabezar el futuro de un país.
Los ciudadanos contemplamos hoy con estupor, cómo los problemas se provocan y jalean desde quienes deberían gobernar la gran familia española: se nos enfrenta desde nuestra propia historia; se nos ataca en nuestras creencias, tradiciones y símbolos religiosos, se nos miente impunemente.
Regir el mundo es un cometido grande, que exige un amor de servicio permanente y de responsabilidad continua en todas las tareas encomendadas. Se asemeja mucho a ese espíritu olímpico solidario que hay que cultivar, porque es servir al bien común sin desfallecer, universalizándolo todo, desde la unión y la unidad más sublime.
Ni la derecha errática dirigida por el señor Pablo Casado, ni toda esta pléyade de periodistas y ciudadanos que siguen pensando que lo mejor es contemporizar, llegar a acuerdos, ceder con tal de conseguir un alivio en cuanto a la tensión política, han supuesto para Pedro Sánchez un obstáculo insuperable para llevar adelante su estrategia encaminada a conseguir perpetuarse en el poder a costa de lo que sea.
La ignorancia está siendo la herramienta utilizada con maestría como contrapeso y los títulos son papeles que "dicen", no que "demuestran". El negacionismo envuelto en subvenciones es como el barbecho en el campo: facilita el crecimiento, en este caso, del "Sanchismo". Fumigar la sociedad con ideologías de género y recortes de historia fraudulenta llevará a España, o a lo que quede de ella, a la desaparición.
Desengáñense, la confrontación latente por detrás de cualquier apariencia, es la del cuerpo con los efluvios de la mente; esa cercanía de los sentidos notando alrededor las elucubraciones volanderas. El cotarro tendrá un comienzo, cada quisque lo situará al hilo de sus incumbencias, pero indecisos, por aquello de adentrarse en el terreno de las intuiciones, donde los fundamentos son escurridizos hasta convertirse en indetectables.
Hace unos días me atreví a comentar el “paradisiaco futuro” que nos espera con el nuevo Plan Marshall, “RECUPERACIÓN, TRANSFORMACIÓN y RESILIENCIA”, propuesto por el gobierno de Pedro Sánchez.
Nunca estuvieron los que el pueblo hubiera querido. Nunca elegimos con la posibilidad de seleccionar. Nunca los que no sabían se fueron honradamente. Todo grupo busca un líder que reúna las características que el grupo entienda necesarias para su gobernanza, para su control y para sus objetivos.
Recuerdo que a mediados del pasado siglo un cantante argentino, Alberto Castillo, cantaba un vals de mucho éxito: Todos queremos más, el que tiene un peso quiere tener dos, el que tiene cinco quiere tener diez, el que tiene veinte busca los cuarenta, el de los cincuenta quiere tener cien.
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