| ||||||||||||||||||||||
Todos aquellos que aprendimos ortografía a través de aquella añorada “Enciclopedia Álvarez”, recordamos el ejemplo que ofrecía para distinguir la diferencia existente entre algunas palabras homónimas. El ejemplo en cuestión se basaba en la frase “ahí hay un niño que dice ¡ay!”. Una contundente diferencia entre el verbo, el adverbio y la exclamación.
En mi experiencia como profesora de Universidad, he tenido oportunidad de ver cómo los alumnos no solamente llegan a las aulas universitarias con menos nivel que se exigía hace décadas ya, sino que su nivel en ortografía, comprensión y agilidad para tomar apuntes ha descendido tan notablemente, que se hace más fácil y eficaz dar apuntes elaborados que esperar que ellos los elaboren a partir de las lecciones en clase.
Así es, tal como suena. Y nos sentimos muy felices de que así sea. Trataré en este breve comentario de aclararlo lo mejor posible. Y para ello permítanme unas braves consideraciones sobre el habla del pueblo gitano. El rromanó es la lengua gitana universal que, con ligeras variantes, hace posible que todos los gitanos del mundo nos entendamos y podamos fácilmente comunicarnos entre nosotros.
No es lo mismo estar solo que sentirse solo. El verbo sentirse es de los llamados pronominales, lo que significa que necesita un pronombre para conjugarse (yo me siento…, tú te sientes…). Muchos de estos verbos pronominales expresan una acción o un estado que ocurre en el sujeto sin que este participe conscientemente de ella, como cuando decimos ella se cayó o él se avergonzó.
|