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El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Mathias Cormann, ha afirmado en el Fórum Europa que el impacto de la guerra de Ucrania en la economía española será “bastante bajo” y apuntó que la inflación se mantendrá en los altos niveles actuales durante la primera mitad de 2022 para “ir reduciéndose gradualmente en la segunda mitad del año y desacelerándose más en 2023”.
En contra de lo que nos decían quienes dicen que lo saben todo, 2021 no fue el año de la recuperación. Y me temo que 2022 no abrirá -como también aventuraban- una nueva etapa de normalidad sin sobresaltos. Tenemos demasiados frentes por delante que aventuran intranquilidad.
Las fiestas navideñas se caracterizan por sus abundantes comidas y cenas con familiares y amigos. La subida constante en los precios de la energía y combustibles, como el gas y la gasolina, están afectando a la compra de los productos de las comidas navideñas. las previsiones apuntan a un importante descenso de los productos de gran consumo (-58%) en comparación con el año anterior.
Los medios de comunicación europeos están llenos de declaraciones de políticos y economistas alemanes reclamando el recorte del gasto y de las políticas de financiación que viene llevando a cabo el Banco Central Europeo. El próximo ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, pide acabar con la “orgía de la deuda” y el influyente economista Hans-Werner Sinn exige el “fin del dinero gratis” en un artículo reciente.
La solidez del aumento de los precios en el informe del IPC (Índice de Precios al Consumo) de noviembre de 2021 refuerza las expectativas de que la Reserva Federal anunciará un ritmo más rápido de reducción de las compras en la reunión de diciembre, con el objetivo de finalizarlas en marzo de 2022.
Según el Informe Europeo de Pagos de Consumidores, los datos sitúan a España por encima de la media europea, donde un 69% de los encuestados reconoce esta preocupación. Las restricciones y posibles confinamientos es otra de las principales causas de intranquilidad: el 59% de los españoles cree que esto puede afectar a su economía doméstica. Sólo el 8% de los encuestados reconoce haber mejorado su bienestar financiero respecto a antes de la pandemia.
Según el INE la inflación se habría desbocado con una tasa interanual en octubre del 5,5% debido a la subida estratosférica de la luz, gas, carburantes, commodities y alimentos no elaborados y es previsible que coquetee con el 4% a finales del 2021. Ello conllevará la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y funcionarios, la contracción del consumo interno así como la desincentivación del ahorro y búsqueda de rentas fuera de las actividades productivas.
La bañera tiene tres desagües. Uno se concentra en el crecimiento económico, es decir, un crecimiento del producto interno bruto real. Otro desemboca el dinero que el público desea retener en relación con sus ingresos medidos por la relación M / Py, donde M es la oferta monetaria, P es el nivel de precios y es el PIB real. El economista Lawrence R. Klein, ganador del Premio Nobel, lo llamó una de las cinco grandes proporciones en economía.
Mantengo esta opinión menos sobre lo que puede ocurrir con las subidas de precios que ya han empezado a darse: no creo que vayan a ser tan temporales como se dice, creo que pueden extenderse al conjunto de la economía y, sobre todo, me preocupa que los bancos centrales utilicen, cuando esto se produzca, un remedio que sea peor que la enfermedad.
Lo que está ocurriendo en el capitalismo de nuestros días es que, en lugar de proporcionarse crédito como un medio necesario para crear riqueza, su crecimiento constante se ha convertido en un fin. Algo que tiene consecuencias funestas porque obliga a seguir endeudándose continuamente para seguir pagando la deuda, drenando recursos que podrían dedicarse a crear riqueza productiva.
La entrada en recesión de la economía española implementó el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar del mundo occidental y derivó posteriormente en un shock traumático al constatarse el vertiginoso tránsito desde niveles de bienestar hasta la cruda realidad de la pérdida del trabajo, posterior desahucio e inmersión en umbrales de pobreza y dependencia en exclusiva de los subsidios sociales.
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