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Con alharacas y redobles de tambor nuestros gobernantes han decidido aprobar el Ingreso Mínimo Vital (IVM) con el cual piensan resolver el terrible problema económico que tenemos después de la pandemia.
El Ingreso Mínimo Vital no es ninguna revolución. Por supuesto, es un gran avance comparado con lo que antes había, de eso no cabe la menor duda, pero hay que expresarlo con crudeza crítica: estamos ante una rara mezcla social entre solidaridad y caridad aunque quiera venderse de logro extraordinario sin tapujos.
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