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La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, viajará el próximo jueves 1 de julio a Barcelona para inaugurar el seminario “La LOMLOE: un paso adelante para la equidad, la calidad y la excelencia de la educación”, organizado por la Diputación de Barcelona.
Isabel Celaá demostró no saber improvisar ni por qué el diputado, Juanjo Matarí, hacía un planteamiento con tanta seguridad, tan claro y con tanta profundidad.
Tanto Pedro Sánchez como su ‘perrito faldero’, Iglesias, creen que están cerca de lograr su plan; ese no es otro que acaparar el control en la educación y sentar las bases del adoctrinamiento más cutre y vulgar. Casi tan vulgar como algunas páginas del proyecto de LOMLOE, en las que comprobamos “sesudas” modificaciones donde sólo se añade el femenino de algunos sustantivos; constantemente añaden coletillas como: “…y niñas”; “…y alumnas”; “…y profesoras”; “…y madres”, por poner ejemplos que se repiten hasta la saciedad.
Desde mi punto de vista, no hay que preocuparse por dejar a la ministra y a su batallón de asesores que hagan la ley mientras no hagan los reglamentos. Recuerden aquella chulería del Conde de Romanones cuando todo un ejército de “cesantes” tuvo que abandonar el ministerio y él, creyéndose imprescindible, no dudó en chulear al adversario y le espetó: “Haga usted las leyes que ya haré yo los reglamentos”. De poco le sirvió tal chulería al conde porque también cayó y acabó en su casa escribiendo sus memorias y dirigiendo sus negocios.
Actualmente el alumnado de educación especial en los centros específicos ronda los 36.000, sin contar los que precisan atención muy especializada. El Gobierno pretende que vayan siendo trasladados a los centros ordinarios pero sin presupuesto. Esto último es inentendible y va contra los derechos de la comunidad educativa. El alumnado especial precisa de medios materiales y humanos para ser atendido y, además, tiene grandes necesidades de tipo técnico.
Irene Montero fue el motivo para recordar a la ministra Celaá. Se hablaba de la chica mona del Gobierno. La, artículo determinado y exclusivo para la ministra de Igualdad. En la terraza, sarao veraniego para elevar a la categoría de cotilleo político lo que en otra situación sería un simple chisme. Estábamos seis: Señora del PC de siempre, según ella. Matrona socialista dialogante y tolerante, porque, dijo, es lo que toca ahora. Una abogada. Y tres hombres
Juntos han desplumado al sector más necesitado de nuestra sociedad porque ni siquiera supieron planificar sus respectivos departamentos y tampoco los ministerios. Para más ‘inri’, en el Consejo de Ministros se insultan y chulean la ministra Celaá e Iglesias: Él insulta a Isabel como “incompetente” que dice ser y ella lo acoge de buen grado porque “el insulto viene de un corrupto”. Son como niños, pero vagos y mal educados.
Isabel Celaá se ha estrellado en el Congreso de Escuelas Católicas. Ha querido acercarse a los pensamientos de la ultraizquierda y ha desbarrado. Su ridículo ha sido mayúsculo. Escuchar a una ministra decir lo que ha dicho es una prueba de que no ha leído la Constitución y mucho menos ha entendido el contenido del artículo 27. Cualquier docente se sentiría avergonzado, como yo me siento.
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