La ministra de Educación y FP, Isabel Celaá, ha vuelto a ponerse en ridículo ante un diputado del PP con sobrado conocimiento de la educación especial. Ya es triste tener como ministra del ramo a una desconocedora de la educación, irresponsable en el trato y chulesca en la dialéctica. En su respuesta al diputado, Juan José Matarí, ha demostrado que como ministra no sabe si hiere, mata o espanta. No hace mucho tiempo --con motivo del debate sobre lo que hoy es la LOMLOE-- esta señora me demostró que desconocía en profundidad lo que era la educación especial y todo lo concerniente a la equidad. Por eso, como persona tiene mis respetos, aunque cada vez menos, pero como ministra de educación, mis respetos hacia ella son del grado cero.
“Señor Matarí, ¿de dónde viene usted? ¿De qué lejos viene usted? Usted no tiene ningún contacto, ni con el mundo educativo, ni con los padres, ni con los hijos, ni con los profesores. Usted no sé de qué habla”. Esa fue la respuesta de la ministra de Educación al diputado popular, Matarí. Esa réplica se acompañó de la mofa y escarnio desde la bancada del PSOE, en un intento de despreciar y desprestigiar su intervención. ¡Vaya panda de Gaznápiros, analfabetos y animales de bellota que sientan sus posaderas en la bancada socialista! Pero, como era de esperar, no tardaron en darse cuenta de que quien intervenía por parte de PP era alguien versado, bregado en la educación especial, además de conocedor intenso y apasionado de la problemática y situación de la misma.
Isabel Celaá demostró no saber improvisar ni por qué el diputado, Juanjo Matarí, hacía un planteamiento con tanta seguridad, tan claro y con tanta profundidad. No hay duda de que debía de llevar la respuesta preparada porque, de otra manera, es inentendible una reacción así en una ministra. Pero no tardó en meterse su sinhueso por el orto: alguien le hizo saber que se había metido en camisas de once varas. ¿Legisla Celaá contra la Constitución? Demostró que no tiene ningún compromiso con la discapacidad y menos aún con las familias. Sólo le faltó a la ministra sacar la bandera del desconcierto, la falta de ética, la inutilidad y la estupidez acumulada.
A pesar de sus disculpas a toro pasado --y dado que la presidenta del Parlamento sí conocía la circunstancia personal de Juan José Matarí-- debería de haber cortado a la ministra y amonestarla públicamente como cenutria que demostró ser. Esa tipología de centros es necesaria. Deben coexistir los dos modelos y ha de haber una verdadera inclusión, teniendo muy presentes las necesidades del alumnado y la opinión de las familias. Nadie duda de que hay niños que pueden salir adelante con esa integración, pero otros precisan de un apoyo específico en centros al efecto. ¡Qué poca madurez ha demostrado la ministra de Educación y FP!
Evidentemente no han faltado reacciones contra Isabel Celaá desde los medios, las redes, sus propios compañeros y la bancada contraria. La Plataforma “Educación Inclusiva Sí, Especial También”, creada para defender los colegios de educación especial y que agrupa a personas con discapacidad, exigió su dimisión. Su respuesta mezquina, atropellada, miserable y torpe es impropia del puesto que ocupa y de lo que representa. Merece ser reprobada y tirada de las orejas. Su dignidad de casta chulesca y acomplejada la ha arrastrado por el barrizal de su propia zahúrda.
En su día quedó claro que no desaparecería la educación especial, aunque cambiaba el modelo. Ese ya ha fracasado en Portugal, donde es contestado a diario por las familias, el profesorado y las asociaciones. Me recuerda mucho al modelo LOGSE, que tanto daño ha hecho. ¿Lo mejor de todo? Sin duda, para mí lo es el alivio de que este Gobierno ‘azufre’ no aguantará la transitoriedad de los diez años que establece la “Ley Celaá”.
Con la LOGSE, allá por 1990, España implantó un modelo falsamente igualitario cuando en Europa ya se había desechado. Pasados treinta años, Celaá nos la vuelve a intentar meter atravesada. Parece como si el legislador siguiera teniendo la rara habilidad de adoptar los peores ejemplos de otros países. Por motivos que no vienen a cuento, tuve la suerte de tratar con algunos titulares de Educación como Maravall, Rubalcaba, Esperanza Aguirre y Pilar del Castillo. Todos ellos ejemplares en el trato, la negociación, la cortesía, la didáctica y la dialéctica, de ahí que la ministra actual haya perdido todo mi respeto por sus reiterados insultos a la educación, al profesorado, a los padres y a los centros de educación especial.
La señora ministra debería saber que “Ni duermen todos los ojos cerrados, ni ven todos los ojos abiertos”, como decía Billy Cosby.
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