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Cuando hablamos de políticos despreciables, incluimos ahí varios infravalores entre los que se encuentra la resistencia a marcharse del cargo, renunciar al sueldo, prescindir de numerosos privilegios, prebendas y un largo etcétera. El último caso con el que hemos tropezado es el de Laura Borràs quien, hasta ayer, era presidenta del Parlamento catalán.
Allá por junio de 2020, el Tribunal Supremo investigaba a Laura Borrás por delitos de fraude, malversación y falsedad documental, entre otros, durante el tiempo que estuvo al frente de la Institución de las Letras Catalanas. Según ella era “una persecución política”. Creía estar por encima del bien y del mal.
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