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Hay un instante, al terminarse el periodo de vacaciones, en el que el alma queda invadida por una especie de sentimiento de melancolía. Un dolor del espíritu que difícilmente ha sabido explicarse en términos médicos. Ya en la antigüedad, la melancolía era asociada a la bilis negra, uno de los cuatro humores del temperamento: flema, sangre, bilis negra y bilis amarilla. Así lo estableció Hipócrates.
Se llamaba Feng, aunque eso lo descubrí cuando él ya no estaba. Parecía satisfecho de lo que veía, y su mujer tenía siempre a mano la sonrisa que a él le costaba un poco más. Nunca me pregunté los tumbos que les llevaron aquí, y lo que debieron esforzarse para montar su negocio.
Es el día, de vivir otra vez, de apagar la vela de la melancolía.
Recordándote,
me encuentro en la alcoba,Mañana vendrá otro invierno.
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