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Ante el vibrante rugido del momento, con aire comprometido y sombría esperanza, un día domingo del mes de octubre, del año de los tiempos, y cuando el barrio se encontraba lóbrego, golpearon a la puerta de la casa donde vivo toc, toc, toc. Abrí la puerta y lo primero que ví fue un niño con una biblia en la mano.
Como de costumbre, un señor, una noche pasó por la casa de Irsa. Siempre le observaba pasar, pero una noche de mucha lluvia lo detuvo y le dijo: lo invito se quede a comer, él accedió. Irsa, había heredado una fortuna de sus padres. Desde ese día cada vez que pasaba el señor desconocido, se detenía en casa de Irsa, y le saludaba y le daban un plato de comida.
En España no se aplica la pena de muerte, ni falta que hace, tampoco la cadena perpetua como tal, pero sí tenemos la llamada prisión perpetua revisable, que está destinada para los delitos de mayor gravedad. Este asesinato de un niño indefenso es merecedor de que se le haga cumplir ésta con toda rigurosidad. Animales como este no tienen cabida en la sociedad.
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