Ante el vibrante rugido del momento, con aire comprometido y sombría esperanza, un día domingo del mes de octubre, del año de los tiempos, y cuando el barrio se encontraba lóbrego, golpearon a la puerta de la casa donde vivo toc, toc, toc. Abrí la puerta y lo primero que ví fue un niño con una biblia en la mano. Había amenaza de llover, con tremenda polvareda infernal acompañada de hojarascas y de vientos no deseados. Una alma no asomaba a la calle, el sol un poco refulgente.
-Buenos días-expresó el niño-. -Buenos días le respondí-. -Señor, como se llama usted-expresó el niño-. -Me llamo Bayardo-respondí-.
El niño, se hacía acompañar de dos señoras, su tía y otra más, eran de la religión Testigos de Jehová.
-Don Bayardo hoy le traemos un mensaje de Dios, gusta usted recibirlo-expresó el niño-.
-Claro, que si-respondí-. El niño abrió su biblia y me leyó el capítulo 37, versículo 29 de los Salmos, que dice así: "Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre en ella".
-Qué opina usted, me señaló el niño-.
-Bueno, considero que los rico, poderosos nunca podrán serlo a cabalidad porque a estos sólo les interesa su reino del capital; también existen otros como la vecindad, en muchas ocasiones sus maneras de ser, chismosos, envidiosos, revanchistas y etc., de maledicencias, no son justos, aunque no podemos quedar blancos como la nieve, por ejemplo, como ser humano aproximadamente puede ser que tengo o tenemos un 60 o 70% de no justo y sólo 30 o 40% de justo, piedad, amor al prójimo, esto no quiere decir que, a diario no se pueda ir mejorando, se puede llegar al 70% de justo o más, pero nunca en un 100%-aduje al niño-.
-Así es don Bayardo -me respondieron las señoras que andaban con el niño-.
-Claro, esto es lo justo terrenal, pero existe lo justo allá dónde pernocta Dios, es la verdadera pureza. Y fijémonos en algo importante, Dios sabe que acá en la tierra hay muchos descarriados y Él siempre espera-dije-.
-En verdad, Dios es amor y a todos nos quiere justos y no, Él siempre como buen padre espera a sus hijos, nunca los menosprecia, ni los abandona-señaló la tía del niño-.
-El niño, ese momento abrió su maletín y me obsequió "Una revista Atalaya", y le dije: por casualidad andan alguna biblia-.
-No, pero un día de estos se la traeremos-respondió la tía-.
-Cuánto debo tenerles en dinero por la biblia-argüí-.
-Absolutamente nada, nuestros materiales no los vendemos, los donamos, solo podemos recibir algo que deseen aportar, no cobramos nada-inquirió la tía-.
-Si don Bayardo, no se preocupe, se la traeremos un día de estos-respondió el niño predicador-.
-Que les vaya bien y niño, no se olvide de mi biblia-le repuse-.
-Si, respondió el niño que aproximadamente tenía 10 años de vida.
Esto es una maravilla, un niño con escasos diez años de vida predicando el evangelio o plan salvífico de Dios, que clase de ejemplo para muchos de nosotros. Su pureza fue como estar con Dios. Se fueron y el niño en tres ocasiones volteó a ver hacia atrás donde yo estaba.
|