Si la Moncloa hablase y el Juez Peinado le hubiese hablado a las butacas y sillones, estoy seguro de que le hubiesen dicho muchas cosas —las que le ha dicho el «Peinado de turno»—. Este presidente está atado de pies y manos. El sillón de la Moncloa le debe gustar más que, a un tonto, un lápiz. La inaptitud de este, el llamado «er Sánchez», ha hecho de la Moncloa una caverna con toda su familia, sus ministros, allegados y no allegados. Este ingrato ser debe estar embriagando a su ego, el cual lo tiene al límite.
La actitud de este ingrato nos deja mucho que pensar; meditar en profundidad sobre este hombre, el cual debe estar o mal de la cabeza o que tiene que ir a un psiquiatra, como dice muy bien el Dr. Sama. O le tiene tanto odio, rencor y oposición a todo lo que encierra la palabra España.
Su oscurantismo y toda la calaña humana —por lo que se le ve y se le adivina—, donde dice que por sus amigos los separatistas, nacionalistas, los comunistas y toda la gama de camaradas de nuevo cuño, y para darle cabida, por si fuese poco, está envalentonando a otras regiones hacia insurrecciones de un calado difícil de adivinar. Este miserable nos está metiendo en su caverna, donde cualquier día se llegará al límite de aguante y no haya más escapatoria que no tener más saliva que tragar.
Hoy me he quedado paralizado hasta tal punto que me he dado una «caricia» en mi cara. No porque haya sido la noticia de Vox: «Este destapa la hipocresía de Page: “acoge inmigrantes ilegales, mientras lo niega”», dice que están repartidos en centros, hoteles y casas rurales en distintas provincias. De este hombre de la Mancha siempre he dicho: «No me fíe nada, es un barón con “b” alta». Las risitas de este energúmeno e insensato ser lo demuestran cada vez que habla. Acoge a inmigrantes ilegales mientras lo niega y los repudia.
Ante la cara de Sánchez, este castellano-manchego, cuando habla con el «ilustre presidente», obedece, calla, ya que, alejado en su comunidad, la palabra de varón la deja sentada también en su cómodo sillón.
El caminar con los enemigos de España... No comprendo cómo este falso y quimérico ser es esclavo de su propio ir y venir, de los agravios que le está sometiendo a su propia nación su jefe de filas y con sus amigos de «restar», los llamados Sumar.
Este sumiso y acaparador de sueños traicioneros, este Judas, está en las garras de los enemigos de España. Aunque, a decir verdad, la gente no cambia: revela lo que siempre ha sido.
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