| ||||||||||||||||||||||
En Argentina, dos sacerdotes católicos fueron sentenciados el lunes a más de cuatro décadas en prisión por abusar sexualmente y violar a decenas de estudiantes con discapacidad auditiva en un instituto en la ciudad de Mendoza.
No es nada nuevo ni nada que, durante los últimos años, haya dejado de escandalizar a los seguidores de la Iglesia Católica y a quienes han confiado en sus sacerdotes y docentes la enseñanza y educación religiosa de sus hijos para que recibieran, aparte de los conocimientos precisos para poder desenvolverse en la vida, aquellas normas morales y éticas que, la enseñanza pública, parece que no considera preciso incluir en sus planes de estudios.
No alcanzo a imaginar qué pueden enseñarle sobre sexualidad al abusador de un niño de apenas 8 años, que el pederasta no sepa ya más que de sobra. No soy psicólogo, pero sí capaz de elaborar un somero diagnóstico, de ahí que se me antoje como de flaco favor el que se le está prestando no ya al menor que padeció en carne propia tamañas iniquidades, sino a las potenciales victimas del desviado de marras a las que la justicia parece abandonar a su albur.
|