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Desde que en carne mortal, visitaste nuestra España, nos llenaste de alegría, de amparo y de confianza. Quiso el Apóstol Santiago, que Tu aparición quedara, representada en un templo como Tú Amor deseaba. Para cumplir Tu deseo, Señora y Madre adorada, se levantó un magno Templo en la Zaragoza sacra.
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