Desde que en carne mortal,
visitaste nuestra España, nos llenaste de alegría, de amparo y de confianza. Quiso el Apóstol Santiago, que Tu aparición quedara, representada en un templo como Tú Amor deseaba. Para cumplir Tu deseo, Señora y Madre adorada, se levantó un magno Templo en la Zaragoza sacra. Por ser la Madre de Dios, eres la más apropiada, para interceder por todos, como Madre y Abogada. Bendita entre las mujeres,
Santísima entre las santas; la criatura más hermosa entre todas las creadas. Un día el pueblo español, quiso que patrocinaras, a nuestra Guardia Civil benemérita y gallarda. La que, apoyada en Tu Manto, tantas veces nos librara, de penurias y miserias y otras tragedias nefastas. Hoy desde el más hondo amor, te suplico Virgen Santa, que nos sigas protegiendo con Tu Amorosa Mirada.
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