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Tenemos un país donde miles de personas votan a asesinos. Algo no está bien. Adoctrinados en el odio a España, desde pequeños, votan. El problema es que representan el 0,7% pero influyen en España al 100%. Poco que hacer. Puede ir a peor. Aficiones y aflicciones del personal de allí, allá o acullá; y el de aquí. Por lo que hay y pueda ocurrir, el resultado importa. En el País Vasco sobre todo, también en el resto de España y en la UE.
Mucha seguridad impone. Ver husmear a perros policías en un salón de conferencias desasosiega. En el mismo acto: cinco ministros. Y cuarto y mitad de políticos para tele y prensa. Con lo que ha caído y puede caer, es prudente que el gobierno tome precauciones, procure seguridad y evite a la gente. En el aire, anuncio PNV que próximas las elecciones vascas retira a Urkullu y deja hueco en Euskadi.
Viven en Cataluña, región española, pero dicen sentir "desolación y desamparo". Observan la “basura de los bonos catalanes” y el silencio de los que podrían hablar. Todo es una farsa. Como dice el señor Gabriel Rufián: “Amnistía para sentar las bases para que haya un nuevo 1-O”.
Martillo y yunque, son herramientas para forjar, aguantando o golpeando. ‘Uno es martillo o es yunque; la buena gente siempre ha sido yunque’. Dice Corey Stoll, Peter Ruso en la serie Billions, de Brian Koppelman. Billions, miles de millones. ‘Cuando seas yunque, aguanta. Cuando seas martillo golpea’, es un consejo atribuido a Lenin.
El PIB vasco, que era del 7% en relación con el de España, ha bajado al 6%. La industria vasca parece estancada. Bildu lidera la intención de voto. Y el PNV, liderado por los mismos desde hace años, Iñigo Urkullu, Andoni Ortuzar, Aitor Esteban y otros, sigue con sus pactos en Madrid. Desde la presidencia autonómica, no ampliaron horizontes allende fronteras y solo aparece lo que da Madrid.
Cuando dos destacadas inteligencias se cruzan en el camino, ciertos verbos se conjugan con algunas formas arcaicas que nunca dicen lo que la calle entiende. Estos días esas dos inteligencias tienen nombre, Sra. Isabel Díaz Ayuso y Sr. Andoni Ortuzar.
La que conocemos como Ley del Péndulo nos habla de cómo la sociedad estancada en situaciones extremas desea y busca el conocimiento de los “espacios” opuestos o contrarios. Puede valer ese concepto como explicación de enciclopedia general, pero cuando uno profundiza y analiza la historia de las múltiples culturas y sociedades vemos que el “Péndulo” tiende siempre a volver a determinados “status” políticos por intereses o proyectos de grupos de presión social.
Cada vez que abre la boca, Íñigo Urkullu, sube el pan o baja la bolsa. Y cuando habla de asuntos de fiscalidad ya es el colmo: algo así como las risotadas de los niños cuando los payasos hacen su aparición en la pista del circo. Hace unos días se ha reído media España de él y, si no lo ha hecho la otra media, es porque no ha entendido la majadería interesada que ha esputado.
Contemplar a políticos, profesionales de gestión autista, profanar día a día los inexcusables compromisos con los ciudadanos, no tiene nombre. No olvidar es responsabilidad de la sociedad, de la que mató antaño, de la que enterró más tarde y de la que gobierna hoy.
Cuando conocí a Ortuzar, lo marqué como una de las referencias que en el EBB avisan de lo que es importante en el País Vasco, un lugar en el que, según Xavier Arzallus, unos agitan nogales y otros recogen nueces.
Pacto o parche. Las encuestas previas a las Elecciones en el País Vasco predicen el triunfo del PNV, parece que con alianza con el PSOE a través de su federación local, el Partido Socialista de Euskadi (PSE). Nada nuevo, pero con una posible revisión de lo que pueda ocurrir entre el PNV y PSOE-PSE
Fue al terminar el debate, separadas de los atriles y sin micrófono, los dos lastres de la izquierda nacional, Adriana Lastra e Irene Montero, comadreaban aparte, entre ellas, alejadas de la realidad nacional. Al lado, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, aparecía, tal cual, como lo que era en aquel momento: un vasco desorientado en la España moderna, sin horizonte ni trueque a la vista, enfurruñado y bajito.
Quienes más se esfuerzan en desacreditar a las derechas, quienes más critican a aquellos partidos a los que intentan ningunear y quienes ven la paja en el ojo ajeno de los pactos pos electorales y no ven la viga en los suyos propios, son los que pretenden erigirse en los moralistas de la vida política española, siempre desde la óptica de las izquierdas extremas e intolerantes.
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