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En el conjunto de libros que forman la Biblia, los Profetas Menores ocupan un lugar especial. Aunque su denominación pueda sugerir menor importancia, esto no se refiere a su contenido, sino a la brevedad de sus escritos en comparación con los Profetas Mayores como Isaías, Jeremías o Ezequiel.
La verdadera profecía está plasmada en la realidad cotidiana, esa nos arguye qué pasa o pasará, y en la Biblia es en donde encontramos tres inmensos pilares fundamentales: esperanza, fe e ilusión. Estos tres pilares tienen todo el contenido a saber de la vida.
Los fariseos y los saduceos perseguían que Jesús cometiese algún error para descalificarlo ante las multitudes que le seguían. A la petición que le hacen sus enemigos de que les diese una señal que acreditase que era un enviado de Dios, les responde con un dicho fruto de la sabiduría popular: “Cuando anochece, decís: Buen tiempo, porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad, porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas!, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, mas las señales de los tiempos, no podéis” (Mateo 16: 1-3).
Según el DIRAE, son aquellos que esperan catástrofes de cualquier hecho que ocurra a la Humanidad, o en algún determinado lugar. Son de quienes se dice que “ven la botella medio vacía”.
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