Según el DIRAE, son aquellos que esperan catástrofes de cualquier hecho que ocurra a la Humanidad, o en algún determinado lugar. Son de quienes se dice que “ven la botella medio vacía”.
Los ha habido, los hay y continuará habiendo, pero lo malo no es que existan, sino el perjuicio y mal que pueden causar a los demás, sobre todo a los pusilánimes a quienes aterrorizan y les amargan la vida.
La Humanidad está padeciendo una pandemia ante la cual estos agoreros predicen que, poco más o menos, los seres humanos dejaremos de existir.
No pretendo quitarle importancia a la epidemia que nos aqueja, pero sí es mi propósito que la contemplemos como un episodio más de los muchos desastres que los seres humanos hemos padecido a lo largo de la Historia.
Ya en la Biblia encontramos casos de epidemias funestas que se cernieron sobre Egipto y, aunque ciertos historiadores consideren que son un mito, otros defienden la veracidad de lo narrado y la hacen corresponder con el reinado de Ahmosis en el 1550 a. C., entre ellos el historiador latino Flavio Josefo, al igual que otros historiadores antiguos.
Atenas en el siglo V a.C. padeció una peste que la recogió Tucídides en su libro: “El epitafio de Pericles, la Peste de Atenas”, por la cual falleció un estadista tan insigne que al tiempo que duró su mandato se le conoce como “el siglo de Pericles”.
Enumerar todas las calamidades padecidas por los humanos sería, además de prolijo, tedioso y aburrido.
Erupciones de volcanes, terremotos tsunamis y calamidades sin cuento han azotado a la Humanidad desde que existe el ser humano. No hace falta mencionar solo calamidades. No está tan lejos de nuestra memoria lo que los iluminados predictores de desgracias propalaron por todo el mundo, cuando nos acercábamos al año dos mil. La entrada en el siglo XXI acarrearía toda serie de desgracias y calamidades de tal envergadura que hasta se colapsarían los sistemas informáticos, los satélites dejarían de funcionar y la Humanidad tendría que partir de cero.
Igual o parecido fue lo que ocurrió cuando se aproximaba el año mil. La idea de los augures que solo predicen desgracias, como el fin del mundo con cada periodicidad milenaria se encuentra en todas las religiones y sistemas de pensamiento de todos los pueblos: los mazdeístas, la mitología germánica, algunas comunidades islámicas… Se puede encontrar en la filosofía de Heráclito, en los postulados estoicos y hasta en el pensamiento de Cicerón.
¿Qué ha ocurrido tras cada calamidad que ha azotado a la Humanidad? Que esta ha continuado su camino, ha corregido errores, si era necesario, se ha superado así misma y ha proseguido su andadura con sus grandezas y miserias.
Igual sucederá tras esta fatalidad que padecemos. Tardará más o menos, se encontrarán vacunas, y se demostrará la grandeza de los seres humanos, ya la estamos contemplando en los que dan su vida por cuidarnos y en todos los que se preocupan, a costa de su salud, para que sigamos viviendo, solventando cualquier carencia que podamos tener.
¡Peor para los profetas de desgracias! Siempre después de la tempestad llega la calma y el momento de recuperarse.
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