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Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre la vejez, que en distintas tradiciones filosóficas ha sido considerada como una etapa vital en la que la experiencia se materializa en sabiduría. Pues bien, desde la modernidad hasta nuestros días se ha desplazado sistemáticamente el valor en la vejez hacia la vereda de la marginalidad.
Se me antoja la lucidez de pensamiento cualidad escasa o rara avis que solo inspira a unos pocos. Tanto es así, que se asocia a la genialidad. Conocemos, a lo largo de la Historia, y en el presente, la existencia de semejantes de gran inteligencia o ingenio, pero huérfanos de lucidez. No está claro en qué consiste esa virtud, ni hay acuerdo sobre quiénes la poseen.
Las dificultades nos acorralan, hasta el extremo que toda la humanidad está siendo puesta a prueba, con un aluvión de amenazas y dejadeces que nos suelen sacrificar con la más tremenda de las desolaciones, afectando de manera desproporcionada a los ascendientes, exacerbando así su vulnerabilidad.
Por primera vez, el pasado jueves, no me enfrenté a mis conclusiones y pensamientos. Me encontré incapaz de encararme con la pantalla en blanco de mi ordenador y plasmar mis impresiones sobre la vida y milagros de los mayores, jubilados, pertenecientes a la tercera edad, veteranos… o como queramos llamarles.
El Roto en una de sus viñetas describe a un joven de características punk que se pregunta: “Me he apuntado a una peña y ya no pienso como yo”. Alguien ha descrito a esta juventud, así: “Impulsivos, inconscientes, caprichosos impunes. Reyezuelos que arrastran el grupo o siervos que siguen al líder sin importarles el daño o el dolor que pueden causar, entre otros motivos porque ninguno de ellos es capaz de ponerse en el lugar de la víctima”.
Dice el libro de los Proverbios “que el principio de la sabiduría es el temor del Señor, pero los necios desprecian la sabiduría y la instrucción”. Seguramente tendrán ya idea de quienes sean estos necios y sus leyes sobre la educación. Pero no solamente sobre educación, sino sobre todo lo demás, y es que pensamos que lo sabemos todo.
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